España confirmó su despertar en el Mundial de China a lo grande, con un triunfo de prestigio ante la todopoderosa Serbia, a la que desarmó en una exhibición que refuerza su candidatura a medalla y permite aparcar las dudas del inicio del campeonato. De nuevo la defensa fue clave para desnudar a un equipo que contaba sus actuaciones por palizas y que parecía inabordable. Ricky Rubio volvió a ser el eje de un grupo que funcionó a la perfección. Ahora, su rival en cuartos será Polonia.

Los serbios comenzaron aplicando su rodillo con Bogdan Bogdanovic como director de operaciones. De su mano se llevaron el primer cuarto por 20-13 al sacar partido de los pequeños detalles y aprovecharse de que España no acertaba desde fuera, con un solo triple anotado de siete intentos (14%).

Todo cambió en el segundo cuarto. Willy se comió a Marjanovic con un mate más tiro libre adicional que dio fuerza al equipo y le siguió Rudy con un triplazo. Claver culminó un contraataque y, con un 9-1 en contra Djordjevic paró el partido al verse con el agua al cuello.

España volvía a bordarlo en defensa y tenía otra cara en ataque. Un triple de Llull prolongó la fiesta y empezó a evidenciar que Serbia era batible (26-22, min 13)

Los actuales subcampeones del mundo, olímpicos y europeos no sabían cómo atacar la tela de araña tejida por Scariolo. Dos lejanos zarpazos de Ricky siguieron abriendo la brecha. Llull, con su segundo triple, cerró una primera parte primorosa (45-37, min 20).

Tras haber logrado un 32-17 en los diez minutos anteriores, en los que al fin se reconcilió con el triple -sumando media docena-, las tendencias en ambas selecciones parecían confirmarse. La defensa seguía siendo de manual y los de Scariolo se llegaron a poner 21 arriba (63-42, min 26). La mayoritaria afición serbia no salía de su asombro y, en mitad del recital español, Jokic, ya había sido descalificado tras sus reiteradas protestas, fruto de la desesperación.

La calidad de los serbios les permitió acercarse a falta de los diez minutos definitivos (67-56). Cuando parecía que Serbia estaba encima, Llull volvió a golpear desde el perímetro. A duras penas, España supo mantener el tipo, respondiendo a cada golpe hasta sellar un triunfo que rearma su moral, sirve de aviso para futuros adversarios y confirma el crecimiento de una plantilla que, por lo visto ayer, es una serio candidata a medalla en Pekín.

"Sigo pensando que los serbios son los mejores junto a Estados Unidos y nosotros vamos con humildad y cogiendo confianza. Para nosotros meter 81 puntos es un grandísimo logro", explicó Scariolo en la zona mixta del Sports Center. Negó que haya euforia en el grupo: "Euforia, no. Conozco a la gente y a veces la juventud te puede, pero no creo. La seriedad del vestuario es muy contagiosa".