El Atlético de Madrid ganó (3-2) cuando se lo propuso al Valencia, con ambición, solvencia y respuesta en cada una de las dos igualadas de su adversario y con el gol definitivo de Correa; un giro y un tiro imparables ya para su rival y para aplazar al menos tres días el alirón del Barça en esta Liga. A falta de cuatro jornadas les separan nueve puntos.

Un triunfo que pareció del conjunto rojiblanco dos veces, primero con el veloz 1-0 de Morata, nivelado por Gameiro, y después con el rotundo 2-1 de Griezmann, empatado de penalti por Parejo, pero que no lo fue hasta la irrupción Correa, capaz de rebelarse en el momento más inesperado, esta vez en el minuto 81, para agarrar los tres puntos con total convicción y cerrar una victoria que mantiene a los de Simeone con vida.

Tan cierto es que el fútbol hoy es un juego de errores como que necesita determinación y destreza para aprovechar cada uno, como lo hizo el Atlético en cada uno de los tres goles con los que doblegó a un Valencia imprevisible, capaz de nivelar dos marcadores adversos, pero también de ser un juguete en las dos primeras dianas locales y permitir una tercera nada más empatar.

También de recibir el 1-0 a toda velocidad. En el minuto 8. Realmente, no había comparecido aún el Valencia, que en el primer tiempo no sanó la herida que le provocó el primer bocado cuando Neto recogió la pelota de su portería, con el 1-1 de Gameiro.

En la segunda mitad el Atlético no dio margen al Valencia. En cuatro minutos golpeó de nuevo, con un 2-1marcado por Griezmann. Aún no fue el de la victoria del Atlético, que gobernó ya el duelo, pero concedió un penalti: una mano de Ñíguez que revisó y confirmó el VAR. Lo transformó Dani Parejo en el 2-2 en el minuto 77. Insuficiente para repeler la ambición del Atlético de Madrid. Cuatro después, Correa devolvió el partido al final más previsible (3-2).