Cuando el colegiado castellano- leonés Cueto Amigo señaló el final de la primera parte del partido que enfrentaba al Coruxo y al Unión Adarve no había una persona en el campo de O Vao que no tuviera cara de asombro. Y es que nadie recordaba un primer tiempo como el que hizo ayer el equipo entrenado por Jacobo y Marcos Montes. Rozó la perfección, y si hubiera que citar un pero, este sería que únicamente marcaron dos goles.

Jacobo volvía a confiar en Manu Justo y Pitu como punta de lanza del equipo. Ninguno de los dos defraudó la confianza depositada por el técnico. El primero con goles, y el segundo con unas subidas por la banda que pusieron en muchos aprietos a la defensa madrileña. En defensa, Antón se caía al lateral, al colocar a Lucas Puime en el centro de la defensa y dejando a Javi Megía en el banquillo. Una apuesta que confirma el fondo de armario que el técnico consigue dosificar y administrar de forma milimétrica.

Tres minutos tardó el equipo vigués en mandar el primer aviso de la tarde, con un remate de Manu Justo que salió fuera por muy poco. Los jugadores del Coruxo tenían al rival muy estudiado. Sabían que los madrileños dejaban demasiados huecos en defensa y que si se les ganaba la espalda se podían generar ocasiones de gol, y así fue. La presión en el centro del campo les permitió recuperar numerosos balones y organizar el juego de ataque. El equipo vigués se encontraba cómodo sobre el campo. Toque en corto y juego por las bandas eran los argumentos de un equipo que llegaba con claridad al área rival, pero al que le faltaba ese último pase para que el buen juego desarrollado se viera culminado con el gol.

A los nueve minutos llegó la jugada polémica del encuentro, cuando Juampa trata de controlar el balón dentro del área para disparar y un defensor madrileño lo derriba con claridad. El colegiado del encuentro, que estaba muy cerca, no castigó la falta, ordenando continuar el juego.

El Adarve tenía muchos problemas para salir de su área y crear peligro. La mejor ocasión la tuvieron en el minuto veintiocho, con un disparo de Carlos Bravo que despejó con mucho acierto Alberto. Pero el fútbol es caprichoso, y acto seguido el Coruxo organiza una buena jugada de ataque por la banda izquierda, donde hasta tres jugadores tocan el balón antes de habilitar a Manu Justo para que marcara.

Los vigueses estaban crecidos. Mandaban en el marcador, estaban haciendo el mejor partido desde hacía mucho tiempo y las ocasiones de gol se sucedían una tras otra. Sin embargo, había que tener cuidado con el conjunto madrileño, pues comenzaba a estirarse y a quince minutos para la conclusión le anulaban un gol por fuera de juego.

El segundo gol de la tarde llegó a seis minutos para la conclusión, en una nueva buena jugada del Coruxo por banda izquierda por medio de Juampa Barros, que envía para que de nuevo Manu Justo controlase en el punto de penalti y batiera por bajo al guardameta visitante Parra, que nada pudo hacer por evitar el tanto.

Tras el paso por el vestuario, el Adarve dio un paso al frente. El técnico hizo dos cambios y el equipo se mostró más ambicioso ante un Coruxo que trataba de controlar más el juego, consciente de la importante ventaja que tenía en el marcador. A los quince minutos recortaban la desventaja con un tanto de Miguel, al aprovechar un desajuste defensivo, permitiéndole entrar a rematar completamente solo y sin presión.

Pero hubo dos factores que influyeron de forma negativa en las intenciones de los madrileños por lograr el tanto del empate. El primero de ellos fue la segunda amarilla a Miñambres, siete minutos después del tanto, que dejó al equipo en inferioridad numérica. El segundo fue la "manta" de agua que cayó sobre el campo de O Vao, que provocó que el terreno de juego no fuera capaz de evacuarla, impidiendo que el balón circulara.

A pesar de la presión final, los tres puntos se quedaron en O Vao con un Coruxo que encarrila la permanencia.