Pontevedra es una de las nueve provincias en las que la Guardia Civil ha desplegado un operativo contra una presunta red de amaños deportivos vinculados al tenis. Detrás de esta trama de apuestas por internet estaría una mafia rusa. Tanto la Federación Gallega de Tenis como el Club de Campo de Vigo, organizador del principal torneo profesional de Galicia, ignoraban ayer los detalles de esta actuación y no conocen ningún caso de fraude que les haya afectado. Pero sí están al tanto del problema que el juego está creando en su sector. "Existe y es una lacra. Está acabando con el deporte profesional de bajo nivel", indica el director deportivo de la entidad viguesa, Róber Rodríguez.

El juez de la Audiencia Nacional José de la Mata ha dirigido la operación que la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil ha realizado en Pontevedra, Madrid, Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Murcia, Málaga y Asturias. El instituto armado ha contado con la colaboración de agentes de las fuerzas de seguridad rusas vinculados a Europol. La red de apuestas fraudulentas on line afectaría a partidos de las categorías ITF Future y Challenger. Las diligencias han sido declaradas secretas. Solo ha trascendido que son catorce los detenidos, que podrían ser acusados de delitos de organización criminal, blanqueo de capitales y estafa continuada. También se sabe que en la provincia de Pontevedra se han practicado o practicarán registros -la operación seguirá en marcha al menos hasta hoy-, pero no detenciones.

"En el entorno de la Federación Gallega no conocemos ningún caso, pero sí somos conscientes del problema que existe con las apuestas", valora el director deportivo del ente federativo, Marco Casal. El amaño de resultados vinculado a las apuestas on line ha arraigado con fuerza en deportes individuales con una estructura jerárquica como la del tenis. Aunque también ha habido escándalos que han afectado a figuras internacionales, el terreno más apropiado es el de los torneos ITF (siglas de la Federación Internacional de Tenis) Future y Challenger, con cantidades mucho más pequeñas en liza, pero también más atomizado y difícil de controlar. Los jugadores inician en esas categorías sus trayectorias profesionales. Buscan los puntos que les permitan ir subiendo en el escalafón y a la postre acceder a los torneos del circuito ATP. "Pero muchos jugadores son casi amateurs y si no consiguen buenos resultados, les resulta difícil financiar sus carreras", explica Casal. "Sufren mucha presión y es algo peligroso".

Róber Rodríguez cita el ejemplo del Torneo Internacional de Tenis del Club de Campo, el único ITF Future de Galicia. "Para hacerse una idea de las cifras que se suelen manejar, nosotros repartimos 15.000 dólares (13.169 euros) en premios. El ganador se lleva 1.400 (1.229). El que pierde en primera ronda, alrededor de 130 (114). Si alguien le ofrece 500 dólares por dejarse ganar un set, es una tentación. Y es fácil acercarse a ellos. No están rodeados de gente como los jugadores famosos".

Róber Rodríguez no ha sabido de casos de amaño en ese torneo del Club de Campo que él gestiona. Pero sí ha tenido que lidiar con otro tipo de alteraciones que las apuestas on line generan. "Algunos jugadores sí se han quejado en alguna ocasión de que había espectadores que se lamentaban con aspavientos tras un punto", claro síntoma de que habían perdido una apuesta concreta. "La ITF prohíbe realizar apuestas en vivo. Cuando llega el torneo, empapelamos todo el Club de Campo con advertencias contra el uso del móvil y las tablets durante los partidos". Si pese a esa prohibición detectan que algún aficionado está usando de forma reiterada un dispositivo electrónico y sospechan que es para apostar, le conminan a cesar; si insiste, lo expulsan de las instalaciones. "En cada edición tenemos que acompañar a la entrada a entre 10 y 15 espectadores por ese motivo", cuantifica. "En los partidos importantes contratamos a personal de seguridad y el año pasado llamé a la policía; dudo de que pudiesen quitarle a alguien el teléfono móvil, pero al menos da una impresión de seriedad a nuestros avisos".

"En las reuniones de la Federación Española hablamos de estos problemas", revela Marco Casal, que esgrime un remedio: "No me parece normal que se pueda apostar en el primer escalón profesional. Creo que no se debería permitir". Róber Rodríguez, si bien está de acuerdo, advierte: "Sería lo ideal. Pero la ITF ha metido al zorro en el gallinero". Porque la federación internacional, aunque prohíba las apuestas en vivo y en directo, ha firmado acuerdos económicos con las casas de apuestas. Cada juez de silla maneja una tablet cuyos datos se van volcando directamente a los portales de internet de esas casas. Así que se fomenta el negocio, aunque se quieran establecer limitaciones por supuestas cuestiones morales. "Es la ITF la que ingresa el dinero, por eso los directores de los torneos hemos pedido que al menos se hagan cargo de los gastos de seguridad".

El acto fraudulento presenta casuísticas variada, desde iniciativas individuales a complejas redes de corrupción. Róber Rodríguez, en lo que afecta a los jugadores, distingue a su vez entre aquellos que dan el paso de forma voluntaria en busca de lucro y otros que lo hacen bajo coacción. "En mi etapa en activo he conocido a jugadores a los que habían amenazado", asegura. Son tenistas modestos, con medios escasos para protegerse de la presión de grupos mafiosos poderosos, en muchos casos originarios de Europa del Este como sucede con la operación en marcha de la Guardia Civil.

La inquietud respecto a la seguridad afecta también a otros miembros de la comunidad tenística. "Nunca ha pasado en el Club de Campo, pero sé de directores y jueces de silla a los que han esperado a la salida y han sido agredidos por espectadores a los que habían echado", relata y de ahí que repita con insistencia el término que considera que mejor se adapta a las interferencias de todo tipo que la colisión de deporte y juego, singularmente el vehiculado por internet, provoca: "Es una lacra".