Vinicius, el futbolista de los 45 millones de euros que hace el "servicio militar" en Segunda División B, jugó su primer partido en Vigo y no tardó en convertirse en uno de los protagonistas de un partido en el que pasó inadvertido durante una hora, pero lo "compensó" en un final en el que marcó un golazo, pero dejó una serie de gestos y actitudes difícilmente justificables.

El atacante del Real Madrid Castilla fue titular en Barreiro y estuvo perfectamente marcado por Farrando, bien ayudado por Alende. En el primer tiempo de Vinicius solo hubo noticias en un balón que levantó ante una salida de Iván Villar y al que luego no supo dar dirección con la cabeza. La tarjeta amarilla que vio el lateral céltico en una acción en la que el brasileño simuló una falta fue el desencadenante de los acontecimientos que tuvieron a Vinicius como protagonista. Farrando, amenazado por esa amarilla, se vio obligado a relajar el marcaje al madridista, que lo aprovechó para desenvolverse con mayor libertad. Albés lo entendió y dio entrada a Riki Mangana, que sufrió mucho más contra Vinicius. Empezaron a llegar las faltas y las tarjetas a los jugadores del Celta y también los gestos de Vinicius que se ganó una amarilla tras encararse con Salvador a veinte minutos del final del partido. En ese momento ganaba el Celta por 1-0.

A partir de ahí Vinicius se enredó en una serie de gestos que encontraron respuesta en la grada, cada vez más escrespada con él. Hubo insultos gruesos, pero también una excesiva atención del delantero del Real Madrid hacia lo que pasaba a su alrededor. En el minuto 82 Vinicius igualó el partido en un lanzamiento de falta soberbio que se coló en la escuadra derecha de la portería viguesa y en la que Iván Villar nada pudo hace. El jugador se cogió la camiseta por los hombros y se quedó mirando a la grada para festejar el tanto. Otro detalle que encendió más a la grada de Barreiro. A cuatro minutos del final el árbitro expulsó a Vinicius por similar una falta (no era la primera vez que lo hacía) y el jugador montó en cólera. Se marchó del campo discutiendo con jugadores del Celta B, con el banquillo y con la grada que le "acompañó" hasta que desapareció por los vestuarios de Barreiro. Con muy poco el brasileño había sido protagonista en el aspecto deportivo y también en el extradeportivo. Una vez más cobra sentido el debate sobre la conveniencia de que un jugador como él juegue en una categoría que no le pertenece en ningún sentido.