La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) hizo oficial ayer que Fernando Hierro, que ejerció como seleccionador español durante el Mundial de Rusia tras la destitución de Julen Lopetegui, ha "declinado" seguir en el cargo de director deportivo, que ejercía hasta que se sentó en el banquillo, "pese a tener contrato en vigor", y abandona así el organismo federativo.

El malagueño declinó la oferta del presidente federativo Luis Rubiales tras la decepcionante participación de España en el Mundial de Rusia. Hierro, solución de urgencia, tras el despido de Julen Lopetegui por su fichaje por el Real Madrid dos días antes del arranque del campeonato, ya es historia. Atrás queda su paso por la RFEF, en dos etapas; de 2007 a 2011 y de noviembre de 2017 hasta ahora.

Carlos Marchena suena como sustituto como directivo. El excentral partió a Rusia como enlace entre la presidencia y el banquillo, cedido por el Sevilla. Ahora, podría no regresar a la ciudad hispalense.

Era vox populi que Fernando Hierro tampoco iba a continuar al frente de España. Inmediatamente después del fallo de Iago Aspas en la tanda de penaltis con Rusia, los nombres de posibles sustitutos se apilaban en la mesa. Desde Xavi Hernández, que se auto descartó, hasta Quique Setién, pasando por el asturiano Luis Enrique y por Míchel; el eterno candidato. Rubiales apaciguó el debate. "Cuando haya algo lo diremos", apuntó en un homenaje a la sub 17 femenina.

"El último seleccionador español declina regresar a su anterior cargo como director deportivo de la RFEF para buscar nuevos horizontes y emprender nuevos retos profesionales", señala RFEF en un comunicado.

Quizás sea porque el nuevo seleccionador esté aún inmerso en una tarea importante. Como ganar un Mundial con Bélgica. La opción de Roberto Martínez, entrenador de los Diablos Rojos, gana enteros. Sobre esta posibilidad, se le preguntó antes de eleminar a Brasil en cuartos. "Es la pregunta equivocada en el momento equivocado", finiquitó. Roberto Martínez no quiere, al menos por ahora, hablar de otra cosa que no sea Bélgica.

Luis Rubiales no tiene prisa. La selección no jugará hasta el 11 de octubre, contra Gales. Por delante, el presidente de la Federación Española tiene batallas más inmediatas. La primera, solucionar el conflicto de la Supercopa de España. La Federación quiere jugar a un partido pero ni Barcelona ni Sevilla se ponen de acuerdo con las fechas. El primer título del año está en el aire.

Mientras tanto, Fernando Hierro se va como vino: sin méritos deportivos como entrenador para dirigir a un aspirante a campeón del mundo. Nadie se fijó en sus credenciales como técnico. Quienes le aplaudieron, valoraron más la espantada de Lopetegui al Madrid. Quienes le repudiaron, hablaron de ataque de orgullo de Rubiales. Él mismo lo dijo. "He entrenado al Oviedo y después llevo 30 años rodeado de un balón de fútbol". Pero no es lo mismo chutar que ordenar.

Hierro lo deja sin haber perdido un partido pero como colaborador necesario de la perversión de un estilo. Del "tiki-taka" al "taca-taca". España cayó ante Rusia, 70º clasificada en el ranking FIFA. Dio más de mil pases. Tuvo el 78,9 por ciento de la posesión. Y apenas generó peligro. Un fracaso a cámara lenta.

Ahora, Hierro empieza una nueva etapa, paralela a la que arrancará España. Quien venga tendrá que rearmar un equipo, ya sin Iniesta, y que tras la evolución de Brasil a Rusia, pide ahora una revolución.