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Interrogantes reabiertos

Hierro adoptó soluciones ineficaces contra el planteamiento ultraconservador de Irán - Preocupa el estado de forma de piezas importantes como Iniesta - Los iraníes, excelentes en su estilo e insidiosos con las pérdidas de tiempo

Iniesta cae al suelo durante el partido de ayer. // Toru Hanai

Tras un empate que disipó dudas, una victoria que las reactiva: sobre las ideas de Hierro, sobre el estado de forma de hombres clave y sobre la convicción en el plan. La clasificación, aunque bien encaminada, aún debe certificarse ante una selección de Marruecos que incrementa la paradoja del grupo: la que mejor dinámica de juego ha mostrado en el cómputo de los dos partidos y la única ya eliminada.

malas decisiones

Hierro anticipó el planteamiento de Irán. Por eso preocupa más que fallase en las contramedidas. Tomó decisiones cuestionables, como alinear a un Carvajal fuera de ritmo en vez de a Odriozola en la búsqueda de mayor profundidad. Y otras maniobras se ejecutaron de forma imprecisa, como si se hubiesen improvisado. Lucas Vázquez colapsó la banda derecha cuando se le había destinado a abrir espacios.

demasiada jerarquía

Hierro respeta la jerarquía del vestuario. Él cree en esos códigos y el manual lo marca como adecuado a la hora de afrontar una crisis como la que provocó su acceso al banquillo. Pero quizás el seleccionador deba agitar la estructura. Iniesta ha encadenado dos partidos deficientes, lo que ya es un síntoma preocupante en un torneo corto. Los jugadores del Barcelona en general, salvo el prodigioso Alba, se comportan con escasa energía, quien sabe si por el desgaste de haber intentado proteger la imbatibilidad liguera cuando ya tenían el título en el bolsillo. Y Busquets no tiene sustituto ni socio posible a la hora de endurecer la medular. Lopetegui diseñó una convocatoria para protegerse con balón. No hay piezas que puedan incrementar la agresividad en la contención. La selección tampoco se mostró bien coordinada en la presión en las pocas ocasiones que en Irán intentó combinar y se mostró tan vulnerable a los contragolpes como ante Portugal.

lentitud y confusión

Obviamente el planteamiento de Irán determina en gran medida la decepción causada por el juego de España. Existió, sin embargo, un marasmo propio en el lento movimiento en corto y en la confusión con los cambios de juego, fácilmente neutralizados por una trinchera rival de gran anchura. A España, además, le costó modificar su comportamiento tras el gol. Solo en los últimos minutos le deshicieron las costuras a la presión avanzada que Irán había lanzado a la desesperada.

un rival meritorio

El Mundial suele desmontar los prejuicios de los analistas o aficionados de las selecciones grandes. La preparación física se ha igualada. El trasiego internacional de entrenadores ha mejorado el adoctrinamiento táctico en las periferias futbolísticas. El talento sigue decidiendo, pero con mucha más dificultad que en otras épocas. Irán se comportó como un equipo bien trabajado. Sus jugadores aplicaron con disciplina las consignas de Queiroz y añadieron a su juego un entusiasmo y un vigor que les permitieron ganar casi todos los balones divididos. Y aunque se asomasen fuera de su guarida a cuentagotas, lo hicieron siempre con un mapa claro de las rutas hacia De Gea. Portugal tiene dos ventajas ante ellos: que el empate no les llega a los iraníes y que Cristiano puede cazar en los cielos cualquier balón colgado desde los costados. Pero con tantos problemas en la generación de juego, los lusos pueden temerse un encuentro tan desesperante como ayer los españoles.

contra el antijuego

El VAR no es perfecto. Ningún sistema puede resolver la complejidad del fútbol en aquello que es interpretable. Pero mejora su justicia, aunque sea a costa de retrasar las celebraciones y adelgazar la polémica de la que viven las tertulias. Los árbitros afrontan los partidos con mayor serenidad gracias a esa red de seguridad que ahora los sustenta. Hay cuestiones, sin embargo, que debe resolver el ser humano. Todavía no se ha encontrado solución al antijuego de las pérdidas de tiempo. La FIFA ha animado a los árbitros a añadir minutos de prolongación. Pero también debe promover que se sancione con mayor saña una estrategia que constituye un fraude al espectador,incluso a aquel espectador interesado que lo justifica o celebra.

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