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El Real Madrid se queda a vivir en el cielo

El equipo blanco suma su decimotercer título, tercero seguido, en una final extraña y marcada por los dos errores groseros de Karius y el decisivo golazo de Bale - Salah, estrella del Liverpool, se lesionó en el primer tiempo

El Real Madrid se queda a vivir en el cielo

Como Zidane lleva tres años sembrado, ayer volvió a tomar decisiones que convalidan por la decimotercera Copa de Europa. Resolvió el "marrón" del "once" con Benzema de mano y Bale a la hora, cuando la final se ponía picuda. Los patitos feos de la BBC se convirtieron, así, en la imagen de Kiev. Ambos contaron con la inestimable colaboración de Karius, un mal portero para un buen equipo. El Liverpool empezó a perder el partido con la lesión de Salah y lo perdió todo cuando el idilio del Madrid con la Copa de Europa en un segundo tiempo de locura. Fue tan atípica que acabó con un espontáneo estropeando la oportunidad de Cristiano para dejar su huella en los grandes acontecimientos. No era su día, sino el de sus colegas del tridente, que llegaron a tiempo para agrandar la leyenda de un Madrid que tiene un idilio con Europa.

Como le ha ocurrido en este recorrido hacia su decimotercera "Champions", al Madrid le salió todo de cara también en Kiev. Llevaba casi media hora sometido por un Liverpool valiente y chisposo, cuando Salah se lastimó el hombro en una pugna con Sergio Ramos. El egipcio intentó seguir, no perderse su primer gran momento de gloria como futbolista, pero acabó marchándose entre lágrimas. De repente, como si se hubiese quedado huérfano, al equipo de Klopp se le paró el motor. El técnico alemán miró para el banquillo y solo encontró a Lallana.

Como poco después la desgracia cambió de bando y Carvajal también tuvo que retirarse entre lágrimas, al sufrir un pinchazo que no sólo le dejó sin más de media final, sino que puede retirarle el pasaporte para el Mundial de Rusia. Del intercambio de lesionados salió mejor el Madrid, que acabó el primer tiempo cercando el área "red". En cinco minutos, el árbitro anuló un gol a Benzema, tras un cabezazo de Cristiano en fuera de juego;Nacho, solvente sustituto de Carvajal, remató al lateral de la red;y Benzema se atrevió con un disparo que se perdió cerca del poste.

Antes, la efervescencia del Liverpool se había saldado con algunos barullos en el área y un momento de máximo riesgo, resuelto con un rechace de Sergio Ramos a tiro de Firmino, seguido por otro de Alexander-Arnold grapado por Keylor Navas. El descanso no cortó la mejoría madridista, que volvió al césped para confirmar que era el gran favorito para llevarse el título. Isco lo tuvo en sus botas, al recoger un rechace en el área y, apurado por la salida de Karius, mandar el balón al larguero.

Poco después, la desgracia se convirtió en felicidad y asombro para el Madrid, que empezó a descorchar la final con uno de los goles más increíbles de la historia. Benzema no llegó a un pase en profundidad que acabó mansamente en manos de Karius. El francés, señalado tantas veces por su frialdad, tuvo la intuición de que el portero iba a sacar en corto y metió la puntera lo justo para interceptar el balón, que entró mansamente en la portería del desconsolado guardameta.

Parecía imposible, pero el Liverpool fue capaz de sobreponerse al segundo golpe de la final, incluso más duro que la lesión de su gran estrella. Recuperó el empuje del principio del partido y forzó un córner que resultaría providencial. Lovren, imponente, ganó el duelo con Sergio Ramos y dirigió un cabezazo hacia el área pequeña, donde apareció Mané para ganar la espalda de Marcelo y adelantarse a Keylor Navas. Así que, con más de media hora por delante, vuelta a empezar.

Por esas cosas del fútbol, Isco tuvo la oportunidad de lograr el segundo justo antes de que apareciese su dorsal en la banda. Poco después le sustituyó Bale, como si ese genio que ilumina a Zidane en Europa le hubiese soplado el momento y el lugar. Apenas habían pasado dos minutos cuando un centro intrascendente de Marcelo se convirtió en una espectacular chilena que dejó de piedra a Karius.

Aquello pareció demasiado incluso para el Liverpool, que aún tuvo un arrebato, más de orgullo que de fútbol, que se había esfumado desde la media hora. Su último coletazo llegó en el minuto 69, cuando el hiperactivo Mané recorrió toda la frontal del área y enganchó un remate que se estrelló en la base del poste de un Navas superado. Sin el orden ni la presión coordinada del inicio del partido, el equipo de Klopp, se convirtió en presa fácil de las contras del Madrid.

Karius amagó con recuperarse en una parada a Benzema. Un simple espejismo porque poco después se tragó un leñazo de Bale desde 30 metros. El "expreso de Cardiff", el hombre que estuvo en boca de todos en la semana previa a la final, acabó provocando el descarrilamiento del Liverpool, un equipo demasiado tierno para interponerse en la leyenda del auténtico rey de Europa.

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