El nadador paralímpico Sebastián Rodríguez Veloso, "Chano", viaja mañana a México para ultimar su "puesta a punto" de cara al Mundial, que por fin se disputará después de haber sido aplazado hace dos meses por el terremoto que sacudió la zona y que se cobró centenares de víctimas.

El paralímpico vigués se adelanta al resto de la selección española en su desplazamiento a México. "En lugar de irme a Sierra Nevada me voy ya a México para adaptarme, sobre todo, al cambio horario, que son siete horas de diferencia y es lo que peor llevo. Tengo un problema importante; yo duermo muy poco y es un agravante importante, porque la forma que tiene el cuerpo de regenerar es dormir".

El cambio de planificación fue difícil de asumir. "Cuando me dieron la noticia de la suspensión fue como cuando coges un globo y lo revientas. En este deporte se prepara todo para el día D a la hora H. Fue un año muy intenso de mucho trabajo y de muchas competiciones preparándonos para ese día. Me quedé un poco noqueado, pero afortunadamente mi entrenador Álex Brea siguió manteniendo la planificación que teníamos porque él confiaba más que yo en que esto se iba a disputar y eso hizo que la vuelta al trabajo fuese mejor.

Aunque no ha tenido vacaciones, el esfuerzo ha valido la pena: "Me enfrento a este nuevo reto en mejores condiciones que otros compañeros". Aún así, la temporada se ha hecho larga. "Hemos tenido que romper todos los esquemas, tanto a nivel físico como psicológico. Ha hecho un trabajo muy bueno Manuela Rodríguez, la psicóloga deportiva del Comité Paralímpico, al ayudarme a asumir el cambio de planificación".

También valora Chano la ayuda de Joan Rodríguez en la preparación física. "Me decía que así teníamos más tiempo", indica. "Hay que saber darle la vuelta a los problemas y verlos como una opción, sacándoles la parte más positiva".

Totalmente concentrado en México, confiesa poder cogerse unas merecidas vacaciones en Navidad. "Espero poder comerme el turrón y un buen cocido, que lo echo mucho de menos", bromea. "Tras el Mundial, hasta el año que viene ya no tocaremos agua".

"Voy con muchas ganas, me encuentro muy bien", asegura. En Río de Janeiro se quedó a 20 centésimas del podio olímpico. "Esas 20 centésimas no van a decidir mi futuro", indica. "Vamos a México a por todas y espero que si me ganan es porque sean mejores que yo. Si hago mis tiempos, quede en el puesto que quede, me sentiré satisfecho. Voy entusiasmado".

Y eso que ya ha superado los 60 años. "Tengo la misma ilusión de siempre. Si no la tuviera, no sería capaz". No hay secretos para la eterna juventud de un Chano que ha logrado 16 medallas paralímpicas (ocho oros, cuatro platas y cuatro bronces). Más de 400 medallas son testigo de sus años dedicado en cuerpo y alma a la natación. "Trabajo, constancia y esfuerzo", esa es la fórmula mágica. "Todas las competiciones son importantes. Todas tienen su trabajo y su recompensa, pero ya son casi 61 años los que tengo. Mantenernos aquí a este nivel es todo un récord", apunta Chano, que se medirá en este Mundial a rivales como un francés que acaba de cumplir 16 años. "Aquí no cuentan los años, cuenta el crono, que es el que determina si estás o no estás. A estas alturas del partido encontrarme al máximo nivel y con contrincantes de estas edades ya es para sentirse orgulloso".

"Mi objetivo es pensar en los Juegos de Tokio, pero hay que ir paso a paso. Si todo va bien, también el año que viene me gustaría hacer la travesía de Sálvora a Vigo, que es la que me queda pendiente", anuncia. "Tengo que convencer al seleccionador para que me deje. Después del año de Río y de este 2017, creo que me merezco disfrutar un poco con algo que me guste y, sobre todo, para que la gente de Vigo pueda disfrutar conmigo de la natación".

Pero antes, Chano tendrá que superar la cita de México. "Queda lo más complejo, que es la puesta a punto. Como en los coches; ahora toca afinar. Ya sabemos cuántas brazadas vamos a dar, cuánto aire vamos a coger, llevamos varios bañadores para elegir después de las pruebas que hagamos allí. Todo va a ser decisivo. También hay que comer menos. Si no afinamos se puede ir todo al garete".

Son centésimas de segundos en las que "siempre me acompañan los gritos de los 'Merendiñas' y de la gente que me anima por la calle". "Las últimas brazadas las doy gracias al apoyo que siempre he tenido. Cuando vas muerto, es increíble cómo trabaja el cerebro", se sorprende.

Llegar así a los 60 años "no es fruto de estar tumbado en el sofá". "Esto hay que trabajarlo". "Todos somos más o menos currantes, pero la constancia, es lo más importante", desvela. "He tenido la gran fortuna de que mi cerebro me lleva a entrenar sí o sí, y yo creo que eso es lo que marca la diferencia".

Su tesón sirve, a día de hoy, como ejemplo para muchos jóvenes valores del deporte, incluso sus contrincantes. "El entrenador francés siempre le dice a su pupilo: 'Cuidado que el león todavía ruge'", bromea. "Me hizo mucha gracia el día que se lo dijo. Fue en el cien libre, en Funchal, en el Europeo. Él era un crío que se comía el mundo con 16 años, pero iba un poco sobrado en la salida", rememora. "Me siento orgulloso de mi forma de ser. A pesar de mi vida, de mis aciertos y de mis grandes errores, estoy ahí y me mantengo porque creo que si hay que cambiar algo, el futuro es la gente joven y si les puedo demostrar y aportar algo, aquí estoy".