Fue en Salesianos, en un recreo del curso 67-68. El entrenador José Antonio Martínez Terzado paseaba oteando talentos que reclutar. Un chiquillo llamó su atención. "Lo vi y me llamó la atención su fuerza. Todavía un crío, pero ya un toro", recuerda. Retiene su imagen "con el pelo liso, algo largo, empapado de sudor y pegado a la cara". Terzado se acercó y le preguntó si quería jugar en el equipo de minibasket del colegio. "Y él contestó que sí, con aquella expresión que ponía de alegría". El muchacho se llamaba Quino Salvo y aquel instante cambió toda su existencia.

Terzado es un nombre principal en la protohistoria del baloncesto vigués. Él mismo había comenzado a jugar a baloncesto a los 14 años en Salesianos, cuando una solitaria canasta asomaba en un patio de tierra dedicado casi en exclusiva al fútbol. Precisamente en conflicto entre los dos deportes, un amistoso contra Maristas decidió su vocación. Terzado acabaría jugando en el Bosco y bien pronto empezó además a compaginar el rol de jugador con el de entrenador en el minibasket salesiano. Bajo su batuta ganó el colegio el Campeonato Gallego y logró la medalla de bronce en el Nacional. Siempre bosquista, salvo un paréntesis en Jesuitas, Terzado llegó a dirigir el equipo sénior entre 1977 y 1984, cuando cuestiones familiares y laborales le hicieron retirarse.

Quino Salvo tiene un lugar especial en su trayectoria. Fue su primer entrenador en los dos años de minibasket entre 1968 y 1970. Desde el principio supo que poseía unas condiciones especiales: "Entrando a canasta arrasaba. Estaba muy atento a cualquier fundamento que tú le explicases, lo ensayaba, lo practicaba incluso en los recreos con los amigos".

Ya entonces destacaba por su competitividad y su esfuerzo defensivo. "Quino se ofrecía a defender en los partidos, con él no había problema, era muy disciplinado, muy obediente. No era un crío que se despistase o quisiese figurar. No le gustaba adornarse", asegura Martínez Terzado. Solo en el lanzamiento exterior mostraba sus inseguridades: "Si tenía un día malo en el tiro y fallaba tres seguidos, giraba la cabeza para buscarme, por si le reñía. 'Venga, va, no pasa nada', le gritaba yo siempre".

Otra faceta de Quino, de su carácter, enternecía al entrenador. Si Salesianos iba ganando de bastante, lo que solía suceder, Quino se acercaba a la banda y le pedía: "Cámbiame y pon a otro". Terzado explica: "Lo hacía muchas veces. Era tan buena gente que se preocupaba ya por los compañeros. Ejercía de líder sin querer serlo".

"Aquel era un equipo majo. Había chicos con bastantes cualidades", sostiene Terzado. Entre ellos, el propio hermano de Quino, José Ángel, el único capaz de machacar a esa edad. "Pero solo Quino siguió". Salvo voló por lo natural de la edad y más allá después; a Obradoiro, CAI, Fórum, Atlético, Caja San Fernando... Pero jamás olvidó quién lo había acunado en sus orígenes. "Cuando venía en verano a Vigo, si nos encontrábamos, no escatimaba el abrazo, la sonrisa y el beso. A lo mejor le acompañaba alguien y le decía: 'Este fue mi primer entrenador, este fue el que me enseñó'. Siempre tuvo palabras de cariño y respeto hacia mí. En las entrevistas me nombraba al hablar de sus inicios. Es de agradecer. Quino ha tenido cantidad de entrenadores buenísimos, por supuesto de otro nivel, mejores que yo".

A Terzado le duele que la fortuna no premiase la generosidad de Quino en muchos sentidos. "A lo mejor le faltó alguien al lado que le hubiese ayudado, un entrenador en la vida. Era muy amigo de sus amigos, lo daba todo, era espléndido. Le faltó alguien al lado que le hubiese sujetado; a lo mejor esa no es la palabra y a lo mejor tampoco hubiese podido. Él era muy campechano, muy especial. Estas cosas pasan", se resigna.

Relata su emoción cuando entró en el Central el año pasado y lo descubrió casi lleno, lo que le lleva a reflexionar sobre la eterna carencia de un proyecto masculino que haya cuajado: "Fue algo extraordinario vivir aquello. Miraba a las gradas más que al partido. Y la gente vibraba. A los vigueses les gusta el baloncesto. Ya se sabe y siempre decimos que somos triunfalistas. Los planteamientos que se han hecho para conseguir un equipo de ACB no han sido buenos, se ha querido ir muy rápido, se ha empezado la casa por el tejado en vez de por los cimientos. Creo que Vigo tiene capacidad para tener un equipo en ACB, pero llevaría unos años crear la cantera, debe haber personas que dén ese paso y con paciencia. Siempre hubo rivalidades, lo que en otras ciudades no pasa. Tengo esperanzas; aficionados hay. El memorial va a ser un éxito también este año".

El viejo maestro de tantos se ha involucrado en la organización de esta segunda edición: "Quino, esté donde esté, tiene que estar muy orgulloso de sus amigos. Estoy alucinado con la capacidad que tienen, su vitalidad, el amor con que lo hacen. Si hay algo más allá, y yo creo que estas cosas, Quino debe sentirse muy orgulloso".