El Amfiv rompió su techo histórico. El equipo vigués se impuso al miedo, que lo atenazó en el inicio y lo tuvo 9-20 abajo en el marcador. Berni Costas apenas aparecerá en las estadísticas. Pero fue el capitán el que lideró la reacción inyectando agresividad a la defensa viguesa al final del segundo cuarto. Costas abrió el camino y por él continuaron sus compañeros, especialmente Lorenzo Envó, el otro hombre de las finales perdidas, que se sacudió todos los fantasmas.

Amfiv abrió hueco en el tercer cuarto, de hasta 9 puntos, pero el Wiesbaden mostró coraje y un excelente juego cinco contra cinco para seguir planteando dificultades. Así, llegaron a ponerse a cinco puntos de diferencia a cuatro minutos del final. Pero el Amfiv no renunció a su forma de jugar y siguió buscando sus canastas en transiciones rápidas. La prueba final fue el carrusel de faltas de los últimos segundos.

Navia, que estaba casi lleno, pudo celebrar una fiesta completa, paladeando incluso los últimos segundos, con victoria por 68-59. Una década de frustraciones, desde la primera final de la Willi Brinkmann perdida en 2006, queda atrás. Pablo Beiro sonríe desde el cielo.