Como en una película de ciencia a ficción, como una de esas escenas futuristas Simón González pudo caminar el lunes sobre sus dos piernas. El trece veces campeón del mundo de kickboxing, que se quedó parapléjico hace dos años tras sufrir un accidente doméstico, se desplazó el lunes a las instalaciones de la compañía Gogoa Mobility Robots, una sociedad ubicada en Urretxu que diseña y fabrica sistemas robóticos para ayudar y rehabilitar la capacidad de movimiento de personas con lesiones cerebrales adquiridas (ABD) o lesiones de la médula espinal.

Tras la experiencia de esta prueba de un prototipo, Simón González se confiesa "satisfecho". "Iba un poco expectante, no sabía qué me iba a encontrar. Tenía visto imágenes en la tele y en internet, pero llegar a probarlo fue un subidón. Ponerte de pie y moverte. Te maneja el aparato, pero te mueves, es una sensación difícil de explicar", dice.

Todo surgió gracias a su amiga Raquel Menor. "Se está volcando porque dice que me tengo que recuperar y está tocando las puertas todas. Tengo que estarle muy agradecido por todo lo que está haciendo por mí", añade Simón González.

Raquel Menor, sin embargo, resta importancia a lo que hace. "Le conozco desde que era una niña y cuando me enteré de su accidente quise ayudarle, como cualquier otro de sus amigos. No lo considero como algo excepcional lo que yo pueda hacer", sostiene la ourensana, que ahora reside en Oviedo.

Conseguir la "prueba" de Simón con esta empresa fue tan "fácil" como "teclear en Google: fabricantes de exoesqueletos en España". "Cual fue mi sorpresa que sí que había una en Guipúzcoa, la única en Europa", indica Raquel Menor.

Enseguida se puso en contacto con ellos. "Con gran amabilidad me atendieron y enseguida fijamos una cita para que Simón pudiera probar el prototipo de exoesqueleto que ellos tienen", añade. Gogoa es una sociedad que lleva un año y medio en España y trabajan con enfermos medulares de hospitales como el de lesionados medulares de Toledo. "Ya se está utilizando su tecnología en otros hospitales como el de Roma o Navarra", apunta.

Simón califica la prueba del lunes como "buena". "Lo que sucede es que están aún realizando pruebas y yo tengo un peso bastante fuerte, de unos 95 kilos, y en esas circunstancias el exoesqueleto no iba muy bien. Incluso había algunas medidas, como las de los pies, que no se ajustaban. Están en el proceso de adaptación porque aunque pensaban que aguantaría unos 100 kilos, se han dado cuenta de que no". En este sentido, su aportación es fundamental, ya que hasta ahora la mayoría de pruebas se han desarrollado con personas con una movilidad total. Los datos que obtienen al trabajar con personas de movilidad reducida son fundamentales para seguir trabajando y desarrollando su exoesqueleto, con el que ya se trabaja en varios hospitales de Europa.

"Lo que hicieron al ver que no se adaptaba del todo a mi fisonomía fue sostenerme en una pluma (grúa), para evitar el apoyo absoluto y entonces no apoyaba del todo", apunta Simón González.

"Ahora mismo, con el exoesqueleto, la autonomía no es total porque es algo pensado para la ayuda en la rehabilitación y con supervisión de un profesional. Al tener una lesión medular, o similar, pues nos olvidamos de andar, entonces tienes que sintonizar otra vez el 'chip' de levantar la pierna y de sintonizar los movimientos. También es una gran ayuda a la hora de regenerar la masa muscular", indica Simón, un candidato perfecto para esta prueba gracias a su buena condición física pese a la paraplejía. "Tienes que dejarte manejar por la máquina. Cuesta un poco aprender porque te va moviendo la máquina. Parece ser que tienen probado con algunas personas que no aguantaron más de diez minutos. Yo estuve unos 25 minutos y 30 moviéndome por allí", apunta.

"La verdad es que llegas a emocionarte. Sabes que es un motor que te maneja pero bueno, como tengo ya un poco de actividad. Le envías la información y te ayuda en los movimientos. Es un invento que está muy logrado, aunque es un prototipo. En el futuro se presume como un gran avance y el plan es implantarlo en todos los hospitales", dice el ourensano afincado en Vigo.

"Esta empresa Gogoa es número uno de Europa y es un privilegio tener en España investigadores punteros así. A ellos también les sirve de ayuda y me han dicho de ir alguna vez más para seguir trabajando y ya les he dicho que cuando lo necesiten que me avisen para volver", dice Simón González,

Por su parte, Raquel Menor, que acompañó a Simón y a su mujer a Guipúzcoa para vivir esta experiencia, asegura que "hemos comprobado que esto es lo que Simón necesita para seguir con su recuperación". De este modo, la ourensana está dispuesta a seguir ayudándolo para que consiga hacerse con un exoesqueleto, pese a que "hay que seguir trabajando y perfeccionándolo", en función de las características del campeón del mundo de kickboxing.

Ya piensa Raquel Menor en la manera de ayudarlo para conseguir el dinero para su adquisición. "No es un regalo, pero no es imposible", apunta. "Menos de 100.000 euros" es la cifra que manejan para que Simón González pueda convertir a la tecnología más puntera en su lucha por superar su paraplejía. "Es un luchador y yo estoy segura de que lo va a conseguir. No me cabe ni la más mínima duda". Cuando la calidad humana y la tecnológica se alían, no hay nada imposible.