Sergio Ramos se consolidó en Nápoles como el bomberos del Real Madrid. Sus dos goles a Reina apagaron el "fuego" italiano. Fue una de tantas. Del gol que forzó la prórroga de la Décima Champions ante el Real Madrid al empate cosechado frente al FC Barcelona en el Camp Nou en el Clásico de la ida. El Barça buscaba emular las hazañas agónicas, 'in extremis, que logra su eterno rival como rutina.

Raúl, leyenda blanca, declaraba para Diario As que el Barça no estaba habituado a estas gestas. Sin embargo, el FC Barcelona de Messi, Suárez y Neymar nunca dejó de creer. Su ambición era firmar algo inédito en el fútbol europeo y, además, igualar esos desenlaces de película tan habituales por los merengues.

El cuadro azulgrana lo logró. Suárez, Messi y Neymar, al contrario que la 'BBC' en Nápoles, alimentó ese milagro ante el PSG. El tridente ofensivo del azulgrana puso a los de Emery contra las cuerdas. El gol de Cavani (3-1) volvía a convertir la remontada en una quimera. Sin embargo, el milagro se acabó obrando. Y lo hizo precisamente Sergi Roberto -con las mismas iniciales que Sergio Ramos- el encargado de sellar una victoria histórica tanto para el FC Barcelona como para la Champions League. El canterano anotó el sexto tanto de los de Luis Enrique, un gol que les mete a lo grande en el bombo de los cuartos de final de la máxima competición continental.