El Celta se ha quedado como única revelación de la Liga, manteniendo el pulso por el liderato con el Real Madrid y el Barcelona, después de realizar en El Madrigal otra actuación notable, como ya viene siendo habitual en los últimos tiempos. Esta vez, la víctima de los célticos fue el Villarreal, que se presentaba a la cita de ayer al mediodía con la autoridad que concede el primer puesto de la clasificación y la ventaja moral de superar ampliamente a los de Berizzo en las dos citas de la temporada pasada.

Pero en la actual campaña, el conjunto vigués al completo ha dado un salto cualitativo importante. Porque en el once que el Celta presentó ayer, únicamente Aspas y Wass no estaban con el técnico argentino en la anterior campaña. Los nueve restantes han crecido sobremanera, como ayer demostraron Orellana, Nolito, Augusto, toda la defensa e incluso Pablo Hernández, que sigue provocando controversia entre el celtismo. Parte de la afición no le perdona una al chileno-argentino, ni cuando realiza un excelente partido, como el de ayer.

Es verdad que la quinta victoria de los celestes en lo que va de Liga se fraguó con las genialidades de Orellana (marcó el primer tanto y originó la jugada del segundo) y de Nolito (autor del definitivo 1-2), los pulmones y el control del juego de Augusto Fernández y la sobriedad de la zaga.

En esta ocasión, El Tucu fue la pieza necesaria para desestabilizar a un rival que originó peligro incluso cuando jugó toda la segunda parte con diez y acarició el empate hasta el último minuto. Moviéndose entre líneas, Hernández fue un constante problema para el submarino amarillo, que empleó más fuerza que maña para frenar al céltico. De esa pelea salió malparado el marfileño Bailly, que fue expulsado por dos tarjetas amarillas en el inicio del segundo tiempo, cuando el Celta dominaba en el marcador con el tanto de Orellana (minuto 41). El chileno es ahora mismo el jugador más determinante del conjunto vigués, colíder de la Liga. En Vigo ha encontrado el lugar ideal para explotar todo su talento, al que ha añadido una enorme dosis de sacrificio en labores defensivas que lo convierten en un jugador completísimo. Aparece por todas partes.

Cuando en la primera media hora del partido de ayer el Villarreal apretó y buscó la portería de Sergio, Orellana fue un refuerzo de calidad para la defensa celeste. Sacó balones de los dos fondos del campo del Celta como cualquier lateral, pues Mallo y Jonny estaban ocupadísimos en frenar a Samu García y a Nahuel, dos de las jóvenes promesas del equipo de Marcelino García Toral. Además, había que colaborar con los centrales para atar en corto a Soldado y a Baptistao, sobre todo al brasileño, que creó la primera ocasión de peligro sobre la portería de Sergio, quien en el minuto 21 interceptó otra de Samu.

A pesar de que el Celta quiso el balón desde el primer minuto, el Villarreal dominó el juego en el arranque. Trigueros y Pina ganaban en el centro del campo a Augusto y a Wass. El danés estuvo flojo ayer, aunque cumplió en tareas de contención, pues el equipo castellonense contabilizó siete llegadas sin éxito en los primeros veinte minutos.

Pero era difícil mantener un ritmo tan alto y cuando aflojaron los de casa, el Celta comenzó a tejer el fútbol parsimonioso que le da Hernández, combinado con las aceleraciones que le imprime Augusto. Con esa mezcla, los célticos fueron ganando terreno y por fin encontraron la portería rival. Cuando Nolito y Orellana apareciendo en los costados, el partido se inclinó a favor de los célticos, que en el minuto 41 se adelantaron en el marcador. Augusto avanzó por el centro y sirvió a Orellana, que desde el balcón del área encontró el ángulo de la portería del francés Areola.

En los minutos finales del primer tiempo, los de Berizzo pudieron sentenciar el partido. Sin embargo, El Tucu envió alto el balón ante la salida del portero del Villarreal tras un extraordinario pase al hueco de Nolito. A continuación, el sanluqueño protagonizaba su característica jugada de conducir el balón hacia el centro antes de golpear de rosca. El balón se estrelló en el palo.

El Celta se fue al vestuario convencido de sumar una nueva victoria. La expulsión de Bailly en el primer minuto de la reanudación le allanó el camino para mantenerse invicto en la Liga y protagonizar su segundo mejor arranque de la historia.

Era la cuarta ocasión esta temporada en la que los célticos jugaban con superioridad numérica. Ayer, volvieron a sentir el vértigo que les llevó a ceder un empate ante la UD Las Palmas. Aspas falló en la boca de gol una triangulación de Nolito y Orellana. El moañés, el más flojo del equipo ayer, desperdició a continuación una contra para presentarse en un mano a mano con el portero rival.

El Villarreal aprovechó el momento de indecisión celeste para darle emoción al partido con un Denis Suárez que apareció por el área grande rival y metió el balón entre las piernas de Mallo que despistó a Sergio al rozar en el lateral de Marín. No lo celebró el de Salceda.

A Marcelino le había salido bien el movimiento de banquillo, mientras Berizzo volvía a prolongar en exceso los cambios cuando su equipo reclamaba algún revulsivo para aprovechar la ocasión de vencer al líder. Con Bongonda y Guidetti, el Celta volvió a atacar, aunque concedió una gran ocasión a Soldado. Menos mal que el valenciano solo juega a la picaresca. El fútbol ahora mismo está en las botas de Orellana, que en el último minuto volvió a aparecer por el centro, lanzó el balón a la cruceta de la portería del Villarreal y Nolito aprovechó el rechace para superar a Areola y darle una victoria al Celta con la que el sábado se presentará en Balaídos para discutirle el liderato de la Liga al Real Madrid. El cielo está más cerca.