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"Chicharito" castiga el miedo del Atlético

Un gol del delantero mexicano en el minuto 88 clasifica con justicia al Madrid para semifinales - Simeone especuló en exceso y la expulsión de Arda acabó por matarle

"Chicharito" castiga el miedo del Atlético

El Real Madrid suele encontrar héroes extraños, inesperados, en su camino por la Copa de Europa. Le sucedió con Karembeu y Anelka, prescindibles futbolistas en su historia, que anotaron goles que resultaron decisivos para levantar a final de temporada la "octava" y "novena". Puede que "Chicharito" Hernández acabe sumándose a esa relación tan pintoresca. El mexicano, un mueble olvidado por Ancelotti en el fondo del vestuario durante toda la temporada, anotó ayer a tres minutos del final el gol que derribó al Atlético de Madrid y también a la racanería con la que su técnico encaró la eliminatoria en general y el partido de ayer en particular. Creyó menos Simeone en su equipo de lo que imaginaban sus propios aficionados, convencidos de que su entrenador iba a convertir el 0-0 de la ida en un arma mortal en el Bernabéu. El territorio ideal para quien sabe exprimir los partidos como nadie, para quien multiplica el valor de su plantilla. Pero se pasó el argentino al creerse que la clasificación le iba a llegar llovida del cielo o que el Real Madrid se pegaría un tiro en su pie en un momento de pánico. Nada de eso sucedió. Los de Ancelotti, limitados por las bajas y sin mucho fútbol en el medio del campo, se hicieron fuertes en una competición a la que nunca vuelven la cara y su insistencia acabó por encontrar el premio cuando la prórroga llamaba a las puertas del Bernabéu. La expulsión de Arda Turan en el tramo final del segundo tiempo, cuando Simeone ya había renunciado a la posibilidad de encontrar el gol salvador, condenó a los colchoneros que en ese momento aceptaron resignados que la noche ya no tenía solución. El conjunto blanco no quiso esperar el tiempo extra. Olió el miedo de su vecino y Chicharito ajustició al inmenso Oblak para ganarse una pequeña referencia en el libro de historia del Real Madrid.

El partido, asfixiante por la tensión y responsabilidad que le rodeaba, no respondió a los temores que parecía acompañar al madridismo. Las bajas de Modric, Marcelo, Bale y Benzema suponían un contratiempo más que serio ante un rival que esta temporada le había tomado la medida. A la postre el Real Madrid fue encontrando soluciones a sus problemas mientras en el banquillo de al lado, Simeone -que se suponía tenía todo muy claro-, encerró a su equipo en un escenario extraño, acomplejado, sin capacidad ni ganas para acosar al conjunto blanco que se fue sintiendo más poderoso al ver que el Atlético tenía más miedo que ellos.

Ancelotti tomó una decisión extraña de salida,de esas que condenan a un técnico en el Bernabéu en caso de salir mal. Mandó a Ramos a la posición de volante junto a Kroos para tapar la ausencia de Modric y combatir a los colchoneros en una zona donde Simeone había hecho acopio de efectivos. A falta de talento, músculo. La decisión le restó fútbol al equipo, pero le dio seguridad y cierta tranquilidad en un día en que se masticaba la obsesión por no encajar un gol. El Real Madrid tuvo el peso del partido, pero le faltó presencia en el área porque le faltaba gente que llevase la pelota hasta allí, que filtrase algún paso con intención. En todo el primer tiempo apenas dos disparos -uno desde la frontal de Cristiano y otro de "Chicharito" tras una gran combinación con James- y una gran ocasión, aquella en la que Ronaldo se encontró con el inmenso Oblak. El Atlético apenas dijo nada en el primer tiempo. Esperó su ocasión a balón parado, pero sus delanteros estaban condenados contra Pepe y Varane. No había la mínima intención de atacar.

Simeone trató de cambiar el panorama en el segundo tiempo, pero las cosas fueron a peor. El Real Madrid fue subiendo su línea de presión y comenzó a tener la profundidad que le faltó en el primer tiempo. Ayudaron los laterales sobre todo, que Isco entró en juego y que Chicarito siguió siendo un tormento en cada balón que caía en el área del Atlético. El partido, como en la ida, empezó a estar en las manos de Oblak que intervino con acierto en un par de ocasiones claras. Simeone sacó del campo a Griezzman para que entrase Raúl García, lo que supuso la definitiva renuncia. Su plan saltó por los aires cuando poco después Arda Turan se ganó la segunda amarilla por una plancha a Sergio Ramos. Con diez, el Atlético fue mucho menos. Lejos de hacerse fuertes en la adversidad, asumieron la roja como una puñalada mortal. Lo contrario sintió el Real Madrid. Con diez minutos por delante el conjunto blanco tenía la posibilidad de esperar pacientemente a la prórroga donde con media hora por delante sus opciones crecerían. Pero percibieron el miedo del Atlético y se fueron a por él. La tuvo Chicharito en una parada asombrosa de Oblak y poco después llegó la jugada del partido, una entrada de Ronaldo -una de sus escasas apariciones- desde la derecha que rompió la defensa de los colchoneros y en el momento en que llegaba Oblak cedió a Chicharito para que el mexicano empujase a la red y encontrase el premio a su insistencia y a la profesionalidad con la que ha asumido su papel residual en el Real Madrid esta temporada. Las semifinales reciben al actual campeón y dan un merecido portazo a Simeone que en el momento en que la historia le pedía ser un poco más audaz encerró a su equipo en la cueva.

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