"Aquí estoy como en casa. Ahora soy un veterano y ya no aporto como antes. Me divierto y echo una mano para intentar conseguir la permanencia, pero no soy el jugador franquicia sino que son otros los que tiran del carro". Mitad montenegrino, mitad cangués, aunque sea de adopción, Alen Muratovic (Niksic, 1979) analiza de forma serena su segunda etapa en el Frigoríficos del Morrazo. Lo hace poco después de haber tenido una aportación decisiva en la victoria de su equipo ante el Villa de Aranda, a pesar de que esta temporada su papel está siendo más secundario que en la anterior.

"Me salieron bien las cosas, pero este año no estoy jugando mucho. Tengo menos minutos y yo acepto lo que diga el entrenador. El año pasado había gente lesionada y yo estaba más tiempo en pista, pero en éste otros están bien y yo intento ayudar", señala, sin la más mínima señal de queja en sus palabras. El año pasado su inicio había resultado fulgurante para quizás pagar el esfuerzo en diciembre. Él, en cambio, no lo ve así. "No empecé tan bien, lo que ocurre es que la gente no recordaba verme jugar", dice.

Muratovic asume su rol, diferente al que tenía en las temporadas 2003-2004 y 2004-2005, cuando sorprendía en la Liga Asobal con su espectacular lanzamiento. Atrás quedaron tres temporadas en el Valladolid y el fichaje por el Flensburg alemán. Y también una lesión de hombro que truncó su carrera y lo obligó a una prematura retirada. Fue un fatídico 16 de enero de 2009 en un amistoso ante el Schwerin. "Fue mala suerte, pero una acción deportiva, sin mala intención. Me golpearon, se me salió el hombro y tuve que dejar de jugar. Quedé bien para hacer vida normal pero no para el balonmano", relata el lateral balcánico.

Cuatro años alejado del balonmano y el Frigoríficos lo sacó de su retiro la temporada pasada. "Yo no tenía pensado jugar, solo quería venir a Cangas a que naciera mi hija. Pero Camiña [presidente del club] me decía que probase y aquí estoy", afirma, antes de añadir que "agradezco muchísimo que me animasen a jugar porque he vuelto a disfrutar del balonmano y estoy contento".

Sin embargo, la idea de la retirada definitiva ya ronda en su cabeza y anuncia que esta temporada puede ser la última en su carrera deportiva. ""Creo que será mi último año. No es bueno seguir jugando porque ya no aporto mucho al equipo. Yo puedo decir que sí, pero las limitaciones de mi hombro que no", señala. En todo caso, la decisión estará consensuada con Camiña y con el técnico, Pillo, para el que solo tiene palabras de respeto. "Es un entrenador de diez, sabe mucho y se lleva muy bien con el vestuario. Cuando acabe la temporada le preguntaré si me ve para jugar o no", apunta. Ya valoró la idea de dejarlo al término de la pasada temporada, "pero querían que siguiera un año más y me animé".

Mientras, disfrutará de un Cangas en el que siempre se ha encontrado a gusto. "Llegué aquí muy joven, te reciben bien, le coges cariño a la gente.... Luego en Valladolid venía algún fin de semana porque no estaba muy lejos", señala. Y ya ha formado su propia familia, con su novia Angélica, de Aldán, y su hija Mayi. Ese idilio a pie de calle se mantiene cuando está sobre la pista de O Gatañal. "El público me tiene mucho cariño, porque la gente sabe que siempre doy el máximo. No siempre puedo estar bien porque no sería normal, pero me esfuerzo. Y estamos jugando muy bien al balonmano", recuerda.

"¿Mi futuro? Nunca se sabe. Todo depende de las circunstancias. No sé si viviré en Cangas o no. Soy como un turista que viene y se va", reflexiona Muratovic, antes de añadir que "de momento quiero centrarme en disfrutar del balonmano y de la familia, y luego ya decidiremos". El jugador estudió tres años Dirección Deportiva en Belgrado tras su lesión, gracias al seguro que tenía el Flensburg. "He tenido la suerte de que tuve la lesión en Alemania", reconoce.