As Lagoas es un campo diferente, como exiliado del mundo e incluso con un clima propio. Frío en temperatura media y por la lejanía de las gradas; de vientos huracanados y lluvias torrenciales. Para el Blusens Universidade de Vigo, es tan aliado como enemigo. Los inquilinos leen mejor que los visitantes las fluctuaciones meteorológicas, pero la arquitectura del campo libera a estos de la presión del público. El gran objetivo de la directiva es conseguir un campo más próximo al casco urbano, que ayude a captar espectadores y convierta el aliento de los fieles en un factor decisivo. Como ayer, en que el fervor de los hinchas se agigantó hasta acercar las distantes gradas al corazón de los jugadores.

El trabajo efectuado por la directiva en los días previos surte efecto. Toda la familia del Blusens se acerca al campo: exjugadores, exdirectivos, canteranos, íntimos que a lo mejor no han frecuentado el campo esta campaña y acuden al toque de corneta. El rugby gallego también se congrega para ayudar a conservar la plaza en División de Honor. Al presidente, Ramón González-Babé, le harán compañía dirigentes del CRAT coruñés.

Banderas, tambores y camisetas con la leyenda "vamos Vigo" y el dragón, que fue el emblema inicial del club (calcado de las bolsas de té Hornimans) y hoy ocupa uno de los escaques del escudo. Nadie callará durante el choque. Tampoco los escasos expedicionarios catalanes. Pero con la concordia que es obligada en el rugby: aplausos a los adversarios lesionados y abrazos mutuos al final del choque.

"El ambiente ha sido impresionante", valora Monreal. "Esto es lo que da ilusión por jugar al rugby, tener un público tan entregado y que te anima durante todo el partido. Ha sido el apoyo que necesitábamos para ganar. Sería lo ideal tener así al público desde el primer partido. Sabemos que es difícil, pero el club está trabajando por atraer a espectadores de fuera del rugby". Y celebra que en contraprestación, "Vigo podrá seguir disfrutando del mejor rugby de España".