La hispanovenezolana Garbiñe Muguruza estaba exultante tras haber derrotado en Roland Garros a la número uno y defensora del título, la estadounidense Serena Williams, una jugadora a la que admiraba desde niña y que al término del encuentro le dijo que podía ganar el torneo si mantenía el nivel.

"Ha sido mi mejor partido hasta ahora. Al final, Serena me ha dicho que si juego así puedo ganar el torneo, y yo le he dicho que lo voy a intentar", señaló la jugadora, de madre venezolana y padre vasco de Eibar.

La victoria, un auténtico campanazo en el Grand Slam de tierra batida, no fue tan fácil como refleja el doble 6-2 del marcador conseguido en poco más de una hora.

Nunca antes en sus 288 encuentros en un grande la jugadora de Estados Unidos había caído ganando solo cuatro juegos. Y solo en tres ocasiones había perdido antes de alcanzar la tercera ronda.

Para todos los espectadores fue una sorpresa, para Muguruza una hazaña lograda contra la tenista que siempre ha admirado. "La que aparecía en la televisión cuando miraba tenis de niña, a la que quería parecerme, imitando sus golpes", recordó hoy.

Una admiración que raya con la idolatría y que le atenazó el año pasado en el Abierto de Australia cuando se enfrentó por vez primera contra ella, sin apenas bagaje. "Entré en la pista temblando y fue un desastre", señaló hoy la hispanovenezolana, que perdió entonces por 6-2, 6-0.

"Esta vez quería que fuera diferente, así que me dije que era una rival más y así afronté el encuentro. Sabía lo que tenía que hacer y lo bueno es que me salió todo", apuntó.

Muguruza siempre ha creído en si misma. "Estaba convencida de que algún día iba a ganar a Serena, por eso haberlo conseguido hoy es en cierta forma un sueño", apuntó.

Aunque no el día más feliz de su vida, puntualizó sin decir qué jornada fue para ella más importante que en la de hoy en la que descabezó Roland Garros.

Una gran trayectoria por delante

A sus 20 años, Muguruza espera dar el salto de calidad que tiene su tenis, frenado por la falta de regularidad, algo que espera mejorar con los años, con los partidos y con la madurez.

En el Abierto de Australia llegó hasta los octavos de final tras haber ganado el torneo de Hobart. En tierra llegó a semifinales en Marraquech, pero asegura que aunque no es su superficie predilecta ha progresado mucho.

"Comencé a jugar en pista dura, pero en España se entrena sobre todo en tierra batida. Sin embargo, yo me considero más como las rusas, juego más fuerte y plano, como en el este", apuntó.

Ahora se medirá a la eslovaca Anna Schmiedlova, que completó la jornada aciaga de las Williams eliminando a Venus, y a la que Garbiñe ya venció en el pasado Abierto de Australia.

"Va a ser difícil porque ella también juega muy bien y porque todo el mundo va a esperar de mi un partido extraordinario después de este triunfo", comentó.

Y para finales de temporada tomará la decisión de si defiende los colores de España o los de Venezuela en la Copa Federación.

"Depende de muchas cosas, tengo familia en ambos países y tengo que ver en cuál voy a pasar más tiempo", indicó la tenista, que no sabe si militar en el equipo de la capitana española, Conchita Martínez, o seguir los pasos de las venezolanas María Vento y Milagros Sequeira.