El drama del Atlético de Madrid se siente en el balonmano gallego como mejor ejemplo de la enfermedad mortal que aqueja a este deporte. Pero tiene además una víctima directa. El vigués Pedro Rodríguez ve cercenado de cuajo su sueño de jugar para un grande. Con el agravante de que el tardío anuncio de la desaparición rojiblanca le complica la búsqueda de un nuevo destino.

Pedro Rodríguez, cedido por el propio Atlético al Naturhouse durante dos temporadas, tenía cuatro años más de contrato con el club madrileño. Conocía los rumores sobre la mala situación económica. Recibía ofertas, algunas muy interesantes, pero no era libre de negociar una mudanza. "¿Saldremos?", les preguntaba a los responsables del Atlético. "Mirad que tengo esto". Le prometían que sí.

"Las esperanzas eran claras", indica. "Aunque al principio había rumores, el proyecto se fue construyendo. Hay fichajes, presentaciones, y todo parece que va adelante. Y de repente sucede esto", relata Pedro Rodríguez, que conoció la noticia casi al mismo tiempo que la opinión pública, cuando empezó a filtrarse el lunes.

Ha iniciado la búsqueda de equipo consciente de las limitaciones del momento. "Los mejores clubes ya han cerrado las plantillas. Económicamente no espero grandes cosas. Está claro que yo tenía un buen contrato en el Atlético, que será difícil de encontrar. Pero mi prioridad es jugar". Pedro, nacido en 1990 aunque ya con siete campañas de experiencia en la élite, se duele especialmente por otros compañeros, a los que la biología aprieta más. "Yo soy joven. Pero hay gente veterana, que se queda colgada".

El jugador se ha revelado como un gran extremo derecho. Precisamente la demarcación que aún debe cubrir el Academia Octavio. Casualidad sin sustancia. El técnico vigués, Quique Domínguez, tiene atado a un candidato más asequible. Y Pedro revela que el itinerario que se diseña es otro: "Como vigués, me alegro de que el Octavio pueda jugar en la Liga Asobal y ojalá que le vaya bien. Pero en cuanto a mí, mi intención pasar por jugar en el extranjero". Una salida que se ha convertido en el único remedio de los grandes jugadores contra el progresivo deterioro del balonmano español.