El celtismo ha respondido con la fuerza que se esperaba y mayor celeridad incluso de la prevista por el club. El Celta colgó ayer el cartel de "agotado" en sus taquillas, literalmente porque las pantallas no funcionaban. La cola de aficionados, especialmente larga durante la tarde, acabó devorando todo el papel disponible. Balaídos se llenará para sufrir y celebrar. O para iniciar inmediatamente el camino de vuelta a Primera División si no se logra la permanencia. Equipo y seguidores recorrerán de la mano los últimos metros de esta sinuosa temporada.

Las dos gradas de Río fueron las primeras en agotarse, entre invitaciones para socios históricos, entradas a mitad de precio para abonados y boletos para el público en general. Cayeron después Marcador, Gol y Preferencia. El personal céltico, avezado en estas lides, creía que las localidades disponibles en Tribuna se acabaría hoy. Al final, al filo del horario de cierre, todos los asientos del estadio tenían ocupante.

El celtismo siempre ha respondido en circunstancias extremas. Incluso en los dos últimos descensos, pese a que existía un clima de divorcio con las plantillas de entonces. La situación es muy diferente ahora. El Celta ha salido aplaudido de todos los partidos, aun jugando mal y enfilado hacia Segunda División. Recuperada la esperanza gracias a un nuevo milagro en Zorrilla, como aquel del gol de Joan Tomás que impulsó el ascenso, la parroquia se dispone a congregarse para vivir como familia el partido que presenciarán sobre el césped contra el Espanyol y aquel otro que se jugará en Riazor entre el Deportivo y una Real Sociedad a la que el calendario convierte en aliada.

"El apoyo del celtismo al equipo ha sido continuo e intenso a lo largo de toda la temporada", recuerda el club en un comunicado. "Como no cabía esperar de otra forma, los aficionados celestes han reaccionado de manera espectacular en el momento más trascendental del año, prueba de que nunca han dejado de creer en el Celta".

Mensaje institucional, pero cierto en esta ocasión. Para certificar el lleno absoluto falta que todos los abonados acudan al choque. El club los anima: "Su apoyo, junto con el resto de la afición, será una motivación extra que acercará a los jugadores a la victoria".

En la acera de Tribuna, aguardando su turno, forman fila celtistas de toda edad y condición. Incluso algunos comisionados. Patricia Mena no asistirá al encuentro pero cumple con el encargo de su hijo Víctor, que estudia bachillerato en una pequeña localidad de Irlanda. El curso finaliza. Víctor pondrá pie en Vigo el sábado al mediodía. Y apenas tendrá tiempo de deshacer las malestas. Aplazará ritos y reencuentros. El Celta lo reclama. "Le hacía ilusión asistir al partido", explica Patricia. "Ha estado atento a lo que sucedía con el Celta durante todo el año. Además, lo hablaba con su hermano, que sí está aquí". Garantiza que Víctor vuelve del extranjero con fuerzas. "Vendrá a gritar como el que más, a ver qué pasa".

Grupos de amigos se reparten las entradas tras comprarlas. Un anciana dobla la suya y se la guarda en la cartera. Desde el fondo, casi en la esquina de bomberos, miran con recelo hacia las taquillas, temiéndose no llegar a alcanzarlas. Lo consigue Iago Cancela, un pequeño acompañado de su padre José Luis. Son miembros de la Peña Iago Aspas y es al delantero a quien José Luis pide un último deseo si es que realmente, como parece, acaba siendo traspasado este verano. "Esperemos que Iago Aspas nos haga un último servicio y meta un par de goles", comenta el padre, que prefiere quedarse con el épico bautizo de su ídolo ante el Alavés que con el cabezazo a Marchena en el derbi. "Estos son los partidos que le motivan a él. Confiamos en que el moañés nos eche una mano. Y en la Real, que necesita la victoria si quiere jugar la Champions", añade.

El pequeño Iago acaricia las entradas. Las observa con la mirada azul de sus ojos y de su devoción futbolística. Le asusta la grabadora. Musita monosílabos a las preguntas. Pero aclara, si le recuerdan que el Celta estaba más que descendido hace poco: "Yo siempre he creído".