Las edades del jugador se condensan en el Pilotes Posada Octavio, laboratorio biológico. Fran González dobla en edad a Cacheda, 38 años por 19. El asturiano es el jugador de campo más veterano que disputará la Copa del Rey. El portero Hombrados lo supera por escasos meses. Cacheda será el más joven. Otros canteranos figuran en las poderosas plantillas de los participantes, pero de manera testimonial. El dezano, por contra, se ha transformado en una pieza esencial en la estructura académica.

González habla maravillas de Cacheda. "No lo conocía. Me hablaban maravillas. Cuando llegó de la selección sub 19, lo vi y me dije: este chico vale. Puede marcar una época en el balonmano gallego y nacional. Además es listo y escucha lo que le dices", afirmaba hace escasos días.

El joven agradece los elogios y los consejos. Y el ejemplo mediante la acción que le ofrecen sus compañeros, especialmente los otros centrales: "Es mucho lo que aprendo de ellos, de Fran con toda su experiencia y de Montávez, que tiene la calidad de alguien criado en el Barcelona".

Han sido precisamente las ausencias por lesión de Montávez las que le ofrecieron a Cacheda un papel más importante que el previsto en el diseño inicial de la campaña: "Quique ha confiado en mí. Estoy contento con mi aportación. Intentaré seguir por el mismo camino". Su explosión lo ha situado en el escaparate, con la presión que conlleva. "Sé que mucha gente deposita sus esperanzas en mí. Pero debo tener calma. Pueden pasar muchas cosas y hay que ser humilde. Nadie está libre, por ejemplo, de una lesión como la de Cerillo", reflexiona, con esa madurez innata que tiene dentro y fuera de la cancha.

La rotura del ligamento cruzado del extremo le ha dolido a todos los miembros de la plantilla casi como si fuese propia. Cacheda lo explica: "Es muy importante para nosotros, nuestro máximo goleador, uno de los capitanes, el gerente. Está siempre en todo, en las bromas y las broncas del vestuario. Es alguien muy querido. Completar el ascenso sin nuestro mejor jugador será más difícil. Intentaremos que se note lo menos posible. En cuanto a la Copa, nuestra intención es disfrutar y dedicarle una buena actuación a Cerillo y a la afición".

Cacheda jugará contra el Valladolid y lo hará bien o mal, pero sin que la juventud le influya. "Se crece en los momentos de tensión", explica Quique Domínguez. Ha sido así desde el inicio. Debutó en Cuenca. Falló un penalti y sin temblar, marcó en la siguiente acción. Repitió la demostración en su estreno en el Central, ante el Ciudad Real. Sterbik, el coloso, le detuvo el primer lanzamiento. No el segundo. "Guardo un grato recuerdo de aquel encuentro", reconoce Cacheda.

Ante el Obearagón ofreció otra muestra de su clase, precisamente por sobreponerse a sus propios errores. Falló cuatro lanzamientos. "Estaba un poco desquiciado. Me sentó bien irme al banquillo. Me sirvió para reflexionar y descansar". Regresó a la pista y contribuyó al despegue académico con dos goles imposibles, venciendo con su rosca la falta de ángulo y con la izquierda. "Lo importante es no arrugarse y conservar la confianza en uno mismo".

Dibuja con precisión la línea exacta entre valentía y prudencia. Porque a la vez declara: "Creo que no estoy preparado para jugar en Asobal. El cambio de categoría se nota sobre todo a nivel físico. Si ascendemos, será para mí un año como debiera haber sido este, de aportar lo que se pueda en los minutos que disponga o desde la grada".

Lo tiene todo programado, incluso la forma de endurecer su cuerpo. "Soy un central un poco antiguo", reconoce el paradójico adolescente. De la estirpe, o sea, de Valenzuela, Andrés Martínez o Pérez Canca, pequeños, talentosos. En verano, en el tiempo que le dejen sus compromisos internacionales con la selección, proseguirá con su programa de musculación, a tiempo de recuperar después en pretemporada la velocidad que pierda. A medio plazo se verá un Cacheda igual de genial y más pétreo. Porque, concluye, "lo de la estatura no tiene remedio"