Herbert Chapman fue el primer revolucionario con mayúsculas que tuvo el fútbol, un pionero que dejó un legado importante a las generaciones posteriores. Nadie hubiera apostado por ello tras su discreta carrera como futbolista, pero se sentó en el banquillo y cambió el fútbol para siempre. No se discute que el fútbol hubiera evolucionado sin él, otro habría tenido sus mismas ideas, pero lo único indiscutible es que Chapman fue el primero y la historia así se lo reconoce.

Hablar de Chapman es hacerlo del Arsenal de los años treinta, al que llegó después de dirigir con éxito al Huddersfield Town, al que había conducido a ganar dos Ligas y una Copa. Los londinenses sólo llevaban cinco años en la máxima categoría y gracias a que se había ampliado el número de conjuntos en la máxima categoría. En las dos anteriores temporadas había estado coqueteando con el descenso y los dirigentes buscaban alguien que ofreciera ciertas garantías.

Eran tiempos de cambio en el fútbol porque en 1925 acababa de nacer la regla del fuera de juego y todo el mundo trataba de adaptarse a esa revolución. Con el 2-3-5 como sistema de cabecera de todos los equipos, los árbitros no daban abasto y los técnicos sentían que el fútbol se les había descontrolado. Chapman adivinó que aquella era una gran ocasión, multiplicó sus estudios y optó por aprovechar el espacio que ofrecía el terreno de juego. Hasta entonces las posiciones eran demasiado rígidas, los cinco jugadores en punta tenían delimitada una parcela estrecha y apenas salían de ella. El entrenador del Arsenal optó por lo que se conoció como la WM, disponer a sus jugadores en el terreno de juego como si situáramos una W encima de una M. Traducido venía a ser un 3-2-2-3. Con ello, Chapman conseguía situar un defensa más pendiente del delantero centro rival, formaba un "cuadrado mágico" (mucho antes de que Wanderley Luxemburgo presumiera de él) con el que dominar el medio del campo y con tres puntas el equipo seguía teniendo presencia en ataque y frenaba la lluvia de fueras de juego por acumulación de delanteros que se producían en cada partido. Aquello fue una locura porque el Arsenal, de la mano de esta nueva disposición de jugadores en el campo, se disparó y en su primera temporada consiguió el subcampeonato, algo impensable hasta entonces para los londinenses. Fue el aviso de lo que vendría después. En 1930 lograrían el primer título (la Copa), al año siguiente la Liga con récord de puntuación, en 1932 el subcampeonato, en 1933 el título de Liga. Por aquel entonces ya todo el mundo se había enterado de que la WM representaba el futuro. Inglaterra la adoptó para la selección (intratable para los envejecidos equipos europeos) y el resto de conjuntos británicos fueron detrás e incluso los suramericanos que vieron que aquello tenía mucho sentido. En el resto de Europa se resistieron y así les fue durante muchos años.

Pero Chapman no se conformó con eso. Insistió en cambiar los cimientos del fútbol y del Arsenal, al que incluso cambió la equipación. Fue en 1933. Según él demasiados equipos jugaban de rojo. Era necesario distinguirse del Liverpool, del Manchester, del Nottingham Forest. Decidió que las mangas de la camiseta fuesen blancas, que eso sería el signo de distinción de los "gunners" y sólo hay que ver cómo visten hoy en día. Si a un futuro propietario del Arsenal se le ocurriese acabar con el blanco de las mangas, posiblemente los aficionados lo condenarían a la hoguera. Pero no quedó ahí la cosa: A Chapman se le ocurrió que los estadios tuviesen torretas de luz artificial para jugar de noche, que el balón fuese blanco para mejorar la visión del espectador, le puso números a las camisetas para que los jugadores fuesen más fácil de identificar, estrenó las charlas tácticas antes de los partidos, los incentivos económicos para que los futbolistas fichasen por sus equipos y la búsqueda de profesionales de la preparación física para que el rendimiento de los futbolistas fuese mejor. Su pasión por el fútbol le llevó a la tumba porque en 1934, siendo entrenador del Arsenal, contrajo una pulmonía de la que no se recuperó tras una semana entera viendo partidos de juveniles bajo la lluvia. Buscaba nuevos talentos para su Arsenal.

Su figura aún se discute porque para algunos analistas Chapman fue el primer técnico que dio un paso atrás, que aumentó el número de defensas y que basó su juego en una máxima un tanto dudosa: "Safety firt" (seguros primero). Sea como fuera nadie puede negar que su contribución al fútbol es indiscutible.