“Representábamos el espíritu luchador de una ciudad como Vigo y por eso nadie nos quería tener delante porque sabía que le esperaban muchos problemas”. Los jugadores que vivieron la final copera del 20 de abril de 1994 contra el Zaragoza recuerdan emocionados aquella noche y valoran la comunión que se estableció con los aficionados y que tuvo su absoluta explosión en el Vicente Calderón con 25.000 aficionados en las gradas entregados a la causa y unidos en el dolor de la derrota. Han pasado quince años y más que con tristeza, miran hacia atrás con orgullo por lo conseguido aquella temporada. “Fue una lotería perder, pero llegar allí es lo que nadie nos podrá hacer olvidar”.

Salva

Tuvo en su cabeza el título, pero la manopla de Cedrún lo impidió con una parada extraordinaria. “Cuando pienso en aquel día necesariamente recuerdo el remate y la mano de Cedrún. Hubiera tenido una enorme repercusión: el primer título del Celta y de Galicia” explica. El ahora técnico de las categorías inferiores del Celta no duda en aasegurar que “fue el partido más importante de mi vida deportiva. Eran los favoritos, pero estuvimos muy cerca de dar la campanada”. Emocionaado aún se acuerda de todas las experiencias vividas a lo largo de aquella temporada: “Aún se me pone la carne de gallina. El regreso a Peinador de Tenerife, la gente esperando el autobús en la ciudad...”.

Atilano

Lateral en aquel equipo, Atilano explica que “como los demás tenía muchas esperanzas en Cañizares. Estábamos convencidos de la victoria, pero esto del fútbol es así. Ahora bien, fue una pena, pero también un orgullo llegar allí, ver tanta gente en la grada, la fiesta que se montó y lo mucho que disfrutamos todos”. Atilano no olvida “la ilusión” que se vivió durante aquellos días y que ese “es el premio que recibimos”. Piropea el vestuario (“éramos grandes compañeros por encima de todo”) y la comunión con la grada (“le dábamos lo que querían y ellos nos correspondían con lo que necesitábamos”).

Vlado Gudelj

“Me acuerdo sobre todo del celtismo, de más de 20.000 aficionados en el Calderón”, menciona Vlado Gudelj, el gran ídolo de aquella escuadra. “Estaban a mano derecha cuando salías del túnel. También recuerdo el ambiente en el vestuario, nuestra salida a calentar... Fue una experiencia inolvidable, con todas las sensaciones propias de una final”. Hubo imágenes que no se le borran, como “ver en la grada a una amiga a la que acababa de visitar en el hospital” e incluso emociones previas, correspondientes a la semifinal, “con el pabellón de As Travesas lleno. Y Leri por la calle, con un megáfono”.

Al bosnio, que sigue residiendo en la ciudad y trabajando para el Celta como relaciones externas, destaca la vinculación que existía entre aquella escuadra y la ciudad: “Aquella generación se quitó lo de ‘equipo ascensor’. Eramos tipos que estábamos mucho en la calle, con mucho contacto con la gente. Patxi Salinas, Otero, yo, Vicente, que era muy perceptivo con la afición”.Reconoce Gudelj: “Algunas veces he pensado en lo que pasó en aquella final, no tanto en los penaltis, que son una lotería, como que debíamos ir más al ataque cuando expulsaron al jugador del Zaragoza en la segunda parte”. Pero se queda con que la final “fue el punto de partida para el gran Celta que vino después”.

Mirolad Ratkovic

“Lo recuerdo todo”, establece sin asomo de duda Ratkovic, ahora en la Fundación Celta. “Con aquel equipo disfruté mucho del fútbol y me han quedado muy buenos recuerdos. Teníamos muchas ganas, pese a nuestras limitaciones, mucho coraje y una gran actitud”.

El serbio podría citar los “13 partidos de aquella Copa del Rey” y confiesa respecto al lance definitivo: “Sí que le he dado vueltas, pero no obsesivamente. Lo de los penaltis es cuestión de suerte. Pero estoy muy orgulloso del equipo y de la afición”. Y es también de la opinión de que “la relación con el celtismo era más íntima que la del Celta internacional que vino después, hecho para ganar títulos gracias al factor económico. Nosotros asentamos al club en Primera. Fuimos un Celta muy querido y la gente aún nos lo recuerda por la calle. Son cosas imborrables”.

Una plantilla inolvidable

El aficionado los recuerda como una de las plantilla con las que más identificados se han sentido en los últimos tiempos. Es curioso pero buena parte de aquel vestuario permanece en Vigo. Vinieron a jugar al fútbol y encontraron el espacio en el que envejecer. Por aquí aún están Otero, Atilano, Gudelj, Salinas -a tiempo parcial-, Salva, Gil, Ratkovic, Vicente, Patxi Villanueva, Manel o Sanromán. No parece una simple casualidad del destino. Pero en aquel vestuario había muchos otros nombres importantes, futbolistas a los que se recuerda con verdadero cariño. La lista de jugadores que formaron aquel equipo y que contribuyeron a la gesta del Calderón es la siguiente: Cañizares, Engonga, Gil, Alejo, Gudelj, Sebastán Losada, Patxi Salinas, Jorge Otero, Rafa Berges, Andrijasevic, Salva, Dadíe, Ratkovic, Aguirrechu, Oliete, Salillas, Vicente, Joseba Aguirre, Luisinho, Atilano, Carlos Pérez, Tito Vilanova, Manel y Limperger. Los que esta semana han dedicado unos segundos a recordar aquella noche inolvidable han tenido un recuerdo emocionado para Carlos Pérez, el único de aquellos jugadores que desgraciadamente ya no está con nosotros.