Celestino tampoco ha querido ver el declive deportivo del Celta. En eso, la mascota celeste ha seguido el mismo rumbo que otros muchos aficionados, que desertaron de Balaídos cuando el equipo descendió a Segunda División. En el club apuntan, sin demasiado convencimiento, que el personaje creado para animar a la grada desapareció de escena por esa época, al iniciarse la temporada 2007-2008. Algunos espectadores, por el contrario, aseguran haberlo visto dando paseos alrededor del campo, triste y melancólico, hace menos tiempo. Foise co vento, como diría algún escéptico de los muchos que pueblan el estadio vigués cada quince días. Pero volverá, aseguran en Praza de España, aunque con una imagen retocada para que resulte más agradable y simpático a los niños.

Que Celestino levantaba pocas simpatías ya pocos lo dudan. Aún así, ha tenido una larga vida entre el celtismo, la más bonita en la historia del club, cuando el equipo reunía a veinte mil aficionados enloquecidos con el juego que ofrecían cada tarde los Mostovoi, Mazinho, Revivo, Gustavo López y compañía.

La mascota de imagen inexpresiva nació a comienzos de la temporada 96-97 para sustituir a Nocho, la gaviota de vida efímera que se llevó por delante la Crisis de los Avales. Otra crisis, la económica, parece que acabará definitivamente con Celestino, aunque desde el club insisten en que se encuentra en “stand by, inactivo”. Nadie quiere enterrarlo, por el momento, pero sus días en el Celta parecen haberse agotado. “Se le iban a hacer unos cambios porque asustaba a los niños pequeños”, cuentan desde la entidad.

Se desconoce el alcance del lifting que le espera a Celestino, pero es posible que ya no se parezca en nada a la imagen original que salió de un taller de un artesano vigués tras un concurso de ideas.

Está por demostrar que el motivo que se argumenta para sacar de la circulación a la mascota celeste sea el principal. Lo que sí es cierto es que Celestino careció del cariño de la afición desde su nacimiento. Es más, sus detractores eran legión, como demostró una encuesta que promovió el propio club en enero de 2002.

En la página web del Celta se planteó entonces una pregunta sobre la aceptación de la mascota. El resultado no podía ser más desalentador para el personaje con más nariz que cabeza vestido de futbolista. Un 65 por ciento (1.492 personas) de los participantes en la consulta rechazaban a Celestino como mascota. Un 6,70 por ciento manifestaba su indiferencia y un 28 por ciento aceptaba al monigote.

La ira que despertaba culminó dos años después cuando los organizadores del Carnaval eligieron a Celestino como imagen del Meco. Lo sentenciaron a la hoguera en la Praza do Rei, culpándolo no solamente del descenso del equipo a Segunda División, sino del resto de males que acuciaban a la ciudad en aquellos momentos.

El Celta, ajeno a las manifestaciones ciudadanas, mantuvo a la mascota, que recobró vida meses después cuando el equipo celebró el retorno a la máxima categoría. Parecía que había recobrado vida cuando los célticos mejoraron resultados deportivos y se clasificaron otra vez para la Copa de la UEFA. Al concluir esa temporada, el monigote cayó de nuevo en desgracia. El club emprendía otra aventura en Segunda, pero esta vez la carga económica que arrastraba resultaba imposible de soportar. Por el camino se han quedado muchos personajes. Celestino espera. ¿A qué? A que le hagan un lifting.