Antonio Sánchez Solís / Viena

Austria y Croacia abren hoy su participación en la Eurocopa en un partido que, sobre todo para los locales, se plantea como decisivo a la hora de marcar la posibilidades de éxito en la competición.

Los alpinos se enfrentan al difícil reto de ofrecer un buen papel como anfitriones, sobre todo tras una fase de preparación que ha arrojado un pobre resultado deportivo, con sólo dos victorias (Costa de Marfil y Malta) en 15 partidos. Pese a todo, el seleccionador austríaco Josef Hickersberger calcula que sus posibilidades de victoria son de hasta el 40 por ciento.

Para lograrlo, Hicke dispone de un núcleo de jugadores que la inexperiencia, a excepción del veterano Vastic, el futbolista con más edad del torneo, es la nota común. El equipo austríaco ha sido capaz en los últimos meses de poner momentáneamente contra las cuerdas a combinados tan potentes como Holanda y Alemania, aunque los alpinos tienden a deshincharse tras la primera parte de los encuentros.

El pobre juego mostrado en sus dos últimos partidos puede ser fatal si lo repite frente a Alemania, Croacia y Polonia, con los que comparte grupo.

Para el partido de hoy, Hickersberger dispondrá seguramente una estructura más defensiva que atacante, con Roland Linz, del Sporting de Braga, en punta. En cualquier caso, el técnico austríaco sigue jugando al despiste y mantiene en secreto la combinación y el once titular.

Por su parte, Croacia llega a la Eurocopa sin su estrella, el delantero del Arsenal de origen brasileño Eduardo da Silva, baja por lesión, y que ha dejado al combinado balcánico huérfano de goles en sus últimos encuentros.