Yago, un central, fue uno de los destacados. Pese a los goles, pese a las ocasiones. Hay que valorar a Yago por lo que ha ofrecido cada vez que se ha vestido de corto, tan pocas y espaciadas veces. Otro se habría desesperado, habría perdido la forma y habría afeado la actitud. El asturiano, no. Ha sido un excelente capitán en esta eliminatoria. Un futbolista honrado, al que el fútbol le debe una recompensa que quizá ya nunca encuentre, o no al menos en el Celta, pese a que figuras como él son absolutamente indispensables en una plantilla.

El infortunio. Capitán por antiguedad, además de por carácter. Lleva muchos años en el Celta y parecen pocos porque entre préstamos y lesiones no ha vestido la camista celeste todo lo que debiera. Vázquez echó mano de él en este duelo con el Werder Bremen por la ausencia de Contreras y Yago no quiso conformarse con ese papel de relleno. Ha batallado con los tanques alemanes con inteligencia, para compensar la falta de ritmo, y bastante clase. Sobre sus espaldas se asentó la retaguardia céltica, sólida hasta el 1-0.

Decente final. Las postrimerías supusieron una tentación a dejarse llevar, a completar los noventa minutos sin que importase cómo, con el Werder Bremen llegando en peligrosos contragolpes. Pero Yago se sostuvo, quizá porque sabe que intuye que volverá a aparecer en lo que queda de temporada. Algo que Vázquez debería reconsiderar.