Conviven en Nick Lowe (Surrey, Inglaterra, 1949) una bestia y un dandi. La mayoría de las veces creemos estar viendo al dandi, pero uno nunca sabe cuándo va a saltarnos la bestia encima. Cuando Nick interpreta, cuando hace promociones, sesiones de fotos o concede entrevistas, vemos al dandi con sus gafas de pasta a lo Buddy Holly, sus jerséis de tweed de pico, sus exquisitas maneras y su flema británica. Pero no se dejen engañar por su aspecto, bajo esa apariencia habita la bestia de Nick Lowe, un asombroso compositor cuyas canciones son más conocidas que él.

Y es que pocos artistas podrían presumir de ser menos conocidos que sus canciones. En una época en la que el culto a la imagen está por encima de todo, la cara de Nick Lowe sigue siendo anónima. Hoy reconocemos cientos de caras de artistas en los medios, pero somos incapaces de tararear una sola de sus canciones. A Nick Lowe le ocurre todo lo contrario: su rostro es desconocido, pero algunas de sus composiciones son himnos.

Bruce Springsteen y Elvis Costello han cantado y triunfado con su (What's So Funny 'Bout) Peace, Love, and Understanding, canción que forma parte, además, de la banda sonora más vendida de la historia, El guardaespaldas. Suyos son algunos hits de los ochenta como Cruel to be kind, All men are liars o I love the sound of a breaking glass. E incluso uno de los clásicos de Dr. Feelgood, Milk and alcohol, es de Nick Lowe.

Porque para Nick Lowe lo fundamental no tiene que ver con la imagen sino con los acordes, los arreglos y las letras. El difícil arte del songwriting tiene en Nick Lowe a uno de sus últimos valedores. Durante una temporada llegó a alquilar un despacho para encerrarse allí de nueve a siete de la tarde y componer canciones. Se imponía ese ritmo de trabajo como si fuera un oficinista o un escritor. Algo que resulta incomprensible en el actual mercado musical donde las canciones parecen surgir de la nada, casi por combustión espontánea.

Nick Lowe ya lo ha sido todo en el imperio de la música británico: pionero del pub-rock con su primera banda, Brisnley Schwarz, productor de Elvis Costello, fundador de Rockpile junto a Dave Edmunds y de Little Village con Ry Cooder, compositor de éxito, precursor del punk, integrante de la new wave… Y, sin embargo, sigue siendo un gran desconocido.

Su predilección por la música de raíces americana lo llevó a probar suerte en Nashville en 1977. Allí fue donde alquiló un despacho y compuso con horario de oficinista. Aquella era la escuela que necesitaba su talento y, aunque fue un periodo fructífero, como casi todos los suyos, se podría decir que llegó demasiado tarde a Nashville.

Unos meses después de instalarse, Nick conoció a Carlene Carter y se casó con ella. Carlene era la primera hija de June Carter, una de las más reputadas cantantes de country, que estaba casada con Johnny Cash, quien no necesita presentación alguna. No alcanzo a imaginar qué es lo que debe pasar por la cabeza de un joven compositor devoto del country cuando Johnny Cash y June Carter pasan a convertirse en tus suegros. En cualquier caso, Nick se sentía abrumado cada vez que iba a comer a casa de su familia. La sombra de Johnny Cash es alargada casi para cualquier ser humano, no digamos ya para un joven que quiere triunfar como cantante y guitarrista.

No hará falta decir que Nick quería impresionar de algún modo a su suegro, pero no veía el momento de hacerlo. La oportunidad le llegó un año más tarde, en 1979, cuando Johnny Cash se encontraba en Londres para dar un gran recital en el estadio de Wembley. La noche antes del concierto, a Nick se le ocurrió una buena frase, una de esas que indican el comienzo de algo grande, y pensó que aquella canción podría ser perfecta para Johnny Cash. Él ya era un compositor con cierta reputación y su suegro el mejor cantante de country del siglo XX. ¿Qué podía salir mal?

En aquella época Nick y Carlene vivían en el Sheperd's Bush londinense. Nick estaba bebiendo más de la cuenta, casi como un personaje de Raymond Carver, y se quedó toda la noche trabajando en la canción junto a tres botellas de vino. Nick estaba realmente entusiasmado con aquella idea, sabía que tenía algo entre las manos, un buen compositor lo sabe. En algún momento de aquel proceso nocturno, nunca antes de la primera botella ni después de la segunda, le comentó a su esposa Carlene lo buena que era la canción que estaba escribiendo para Johnny.

Cuando Nick se despierta al día siguiente en medio del salón, rodeado de guitarras, púas, cejillas, papeles arrugados y botellas, lo primero que siente es la punzada del vino en su cabeza. Después, y casi como si se tratara de un sueño, escucha en la distancia a Carlene hablando por teléfono con su madre, June Carter, diciéndole que antes de ir a Wembley para la prueba de sonido se pasaran por su casa a escuchar una canción muy buena que Nick había compuesto para Johnny.

Entonces Nick reacciona, se levanta del suelo y revisa aquellos papeles arrugados intentando recomponer la canción. Cuando lo hace se da cuenta de que no sirve para nada. No tiene canción. Es solo una frase y un par de acordes, la única frase que tenía al principio, antes incluso de descorchar la primera botella de vino. A gritos, comienza a avisar a Carlene y le dice que vuelva a llamar a su madre para que Johnny Cash no se presente a escuchar una canción que no existe. Pero Carlene le dice que ya es demasiado tarde porque están de camino.

Nick empieza a sudar, se pone muy nervioso, recoge las botellas del salón, las libretas y las colillas de tabaco, se ducha y se prepara para recibir a su suegro, el Hombre de Negro, y explicarle que, en realidad, no tiene ninguna canción para él.

Después de la ducha, vuelve a revisar los papeles que ha escrito y comienza a sudar de nuevo. Ahora le parece una canción ridícula, casi una broma, y desea que sus suegros se hayan olvidado del asunto. Pero al cabo de un rato, llaman al timbre y escucha a Carlene saludar a su madre y a Johnny. Cuando Nick llega al salón para recibirlos se da cuenta de que también han venido todos los músicos de la banda de Johnny Cash, parte del personal y algunos técnicos de sonido. El salón de su casa está abarrotado.

Carlene sirve unas bebidas y algo para comer, pero nadie habla demasiado. Parece como si estuvieran esperando a alguien más. Entonces, Johnny Cash le dice a Nick: he oído que has hecho una canción para mí, vamos a escucharla. Ahora todo el mundo está intrigado con esa gran composición y observan a Nick, casi como escrutando a la persona que se ha atrevido a escribir para el Hombre de Negro. Así que Nick comprende que no le queda otra salida. Sea lo que sea, tendrá que tocar la canción. Le alcanzan una guitarra y comienza a cantar tímidamente ante todo el público congregado en el salón de su casa. Cuando termina, todos se quedan callados durante un rato. Tanto, que se puede escuchar el ruido de los hielos chocando contra los vasos. Entonces, Johnny le dice a Nick: ¿podrías tocarla otra vez? Y Nick comienza a sudar de nuevo. Asiente con la cabeza mientras Carlene le sirve otra copa. Cuando termina la canción se hace otro eterno silencio que vuelve a romper Johnny Cash: hay algo que no marcha bien ¿verdad, Nick? Y Nick, un tanto aliviado, dice: sí, no marcha nada bien en absoluto. Pero Johnny Cash discrepa y le dice que, a pesar de que la canción no está terminada, hay algo en ella que le gusta, que le resulta prometedor, y le invita a que siga trabajando en ella. El ambiente, entonces, se relaja y un poco después todos salen hacia Wembley.

Esa canción, ese esbozo de canción, se titulaba The Beast in Me (La bestia que habita en mí) y, después de ese episodio, cada vez que Johnny Cash y Nick Lowe coincidían en alguna parte a través de los años, Johnny, invariablemente, le preguntaba: ¿cómo va esa bestia, Nick?

Doce años más tarde, Nick terminó la canción, que se convirtió en uno de los temas emblemáticos de Johnny Cash, una obra maestra a la que el Hombre de Negro dio su particular interpretación de barítono, y cuya letra parecía resumir con exactitud el lado oscuro de su personalidad. The Beast in Me significó, además, el regreso a los estudios de Johnny Cash, formando parte de American Recordings, la primera de la aclamada serie de grabaciones que realizó con Rick Rubin.

Nick Lowe viene regularmente a España en sus giras. Si algún día tienen la oportunidad de verlo en directo creerán que están viendo al dandi con su jersey de tweed, sus gafas de pasta y su voz aterciopelada; pero fíjense bien en sus arreglos vocales, en la sutileza de su acompañamiento con la guitarra, en la magia de sus letras o en la fina marquetería de sus composiciones, y entonces, solo entonces, se darán cuenta de que, en realidad, han visto a la bestia que habita en Nick Lowe.