La lluvia hizo que los preciosos mantones de algunas de las imágenes porteadas en A Franqueira se cambiasen por chubasqueros y varias de las valiosas tallas fuesen tratadas con especial mimo. Aparte de eso, los romeros y romeras volvieron ayer al Santuario de A Franqueira para celebrar la romería de As Pascuillas, el rocío gallego o la cita de las vírgenes, como cualquier otro día de romería ya sin restricciones sanitarias.

Centenares de personas iniciaron la subida muy temprano, en algunas parroquias antes de la luz del día. El lanzamiento de cohetes en distintos puntos del territorio anunciaba un recorrido complicado en algunos casos por corredoiras y montes hasta llegar a la cima. Otros asistentes lo hicieron llevando las imágenes en carrozas realizadas con remolques de tractores y numerosos subieron en coche.

Tradición ancestral

Se renovaron estampas ancestrales que no se vivían desde hace tres años, la última romería fue en 2019. En distintas zonas las procesiones parroquiales se encuentran o se esperan para continuar el camino juntos. Son momentos emotivos por que las cruces se saludan, después las imágenes, con unas reverencias que rememoran ceremonias antiquísimas, y después es la gente quien se mezcla y, algunas veces, se abraza en un tiempo donde las relaciones sociales son más intensas cuanto más tiempo estás colgado de internet.

“Vi a vecinos y a un primo que vive en otra parroquia que hacía tiempo que no veía, en A Franqueira nos encontramos gente que no nos vemos en un año, y como pasaron tres desde las últimas pascuillas qué cambiados estamos todos”, explica María, una de las vecinas que subió en procesión.

La cita de As Pascuillas es irrenunciable para numerosos vecinos y vecinas de la comarca. “El año pasado yo vine igual a pie aunque esto era una desolación, y hoy se ve alegría y ganas de vivir”, explica Manuel.

Julio, que subió desde Covelo, añade que “esta romería no me la pierdo”, aunque en su caso la peregrinación es de miles de kilómetros, pues cada año llega en avión desde Canarias para subir con la procesión de la localidad.

Este año algunas parroquias no acudieron porque faltaban devotos pero unas sesenta imágenes de vírgenes, santas y santos acompañantes, participaron en los actos.

El rector del santuario, Javier Alonso Docampo, no se cansó de repetir que “la pandemia no ha acabado” e insistió en la necesidad de participar en esta celebración “con sentido común”, poniéndose la mascarilla al entrar al santuario o cuando se produzcan aglomeraciones de personas. “Es una celebración de reencuentro, de esperanza, de dar gracias por la vida pero sin olvidarnos de las personas que han muerto en estos dos años”, explicó.

La hora de la misa, bajo una carpa gigante, fue una prueba de fuego. Muchos de los asistentes la oyeron con mascarilla.

La misa solemne estuvo presidida por el obispo de la Diócesis de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza, que insistió en el carácter de reencuentro de la romería y destacó que “este es un santuario un lugar de nuestra identidad, por eso venimos aquí, caminando, aunque el día sea difícil”.

El mal tiempo impidió la salida de la procesión

La misa solemne se celebró en la zona de Outeiro, que es una planicie alta desde la que se divisa la villa. Allí una gran carpa dio cobijo a las procesiones y las imágenes. En los alrededores pudieron aparcar tractores que trajeron algunas parroquias y también los servicios médicos. Por primera vez este año la misa contó con un elemento más: una escultura de piedra con A Franqueira, obra del tudense Juan Vázquez, esculpida durante el confinamiento y que, por primera vez, presidió la eucaristía. Las malas condiciones meteorológicas obligaron a suspender la procesión que se celebra tras la misa. Después de la comida las santas comenzaron a irse, y la despedida es similar a la llegada: La imagen de la Virgen de A Franqueira saluda a cada una de ellas y autoriza la marcha. La fiesta contó con puestos de pulpo, churrasco y otras comidas que dieron vida a la romaxe. Aunque la queja general era por los elevados precios, los asistentes pudieron recuperar los momentos perdidos en la pandemia disfrutando de los manjares entre amigos.