La Guardia Civil ha logrado averiguar la identidad del cadáver que hace un año y dos meses apareció sumergido en el pozo de una nave de O Cerquido, en Porriño. Se trata de un ciudadano luso, de Viana do Castelo, que tenía 37 años en el momento de su desaparición, en diciembre de 2018. El análisis comparativo del ADN de la víctima con el de su madre, que lo identificó a través de un retrato por aproximación facial que difundió el Juzgado que instruye la causa hace un mes, ha sido revelador. De hecho, todo parecía indicar que se trataba de la misma persona, pues los familiares informaron a los investigadores de una antigua fractura en un hueso de la mano; la misma lesión que presentaba el esqueleto del fallecido, cuyo nombre se guarda de momento con cautela.

Además de resolver el principal escollo que tenía paralizada la investigación, la identidad de la víctima; es la primera vez en España que la técnica de aproximación facial a través del estudio antropológico del cráneo logra poner nombre a un cadáver. Y es que la imagen cambiante de la víctima anónima del crimen, con pelo más largo o más corto, con barba o sin ella, fue reconocida por la familia del hombre arrojado al pozo de Porriño. Esta aproximación facial fue elaborada a partir de los parámetros que daba la estructura ósea de la cara por la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, que dirige el experto Fernando Serrulla. En colaboración con el Imelga de Vigo, cuyo jefe de Patología Forense es José Luis Gómez, realizaron un informe de preidentificación del vecino de Viana previo a la corroboración genética conocida ayer.

Aproximación facial del rostro del cadáver aparecido en un pozo que realizaron expertos forenses G. C.

El resultado de las pruebas de ADN de Criminalística de la Guardia Civil en Madrid confirman la principal sospecha de los investigadores: que la víctima era un ciudadano portugués, pues junto al cadáver aparecieron unas monedas acuñadas en Portugal. También se encontraron en el fondo del pozo las llaves de un Renault, marca que coincide con el vehículo que tenía este hombre, vecino de Viana do Castelo, aunque cuando desapareció vivía en Porriño.

La Guardia Civil investiga ahora su entorno y amistades, y sigue entre otras pistas la posible relación de la víctima con un negocio de compraventa de coches de segunda mano, aunque se cree que su actividad laboral no le reportaba grandes ingresos. La identificación del cadáver, además de ser clave para hallar al responsable o responsables del crimen, permite a la familia recuperar los restos del fallecido, que, desde hace casi un año, reposan en el nicho número 77 del Cementerio Municipal de Porriño.