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Baiona descubre el oro de la Anunciada

La restauración del retablo barroco de la antigua colegiata saca a la luz la cobertura original, del siglo XVIII, de más de 20 quilates

Celia Casás muestra una figura de la Fe del reluciente retablo, ya con el pan de oro original a la vista. | // R. GROBAS

En la antigua colegiata de Santa María de Baiona ya puede decirse que es oro todo lo que reluce. El retablo mayor del templo, dedicado a la Virgen de la Anunciada, está cubierto de una fina capa de más de veinte quilates. Así fue rematado en 1726 pero el metal precioso permaneció oculto a lo largo de los siglos bajo tres capas de pinturas y barnices. Lo ha descubierto Celia Casás, la restauradora al frente de la empresa de conservación de bienes patrimoniales ARA S.L., que se encarga de la recuperación del conjunto.

El pan de oro original estaba oculto bajo tres capas de imitaciones

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Hace dos años que la iglesia parroquial baionesa fue sometida a una rehabilitación estructural, con cambio de cubierta e impermeabilización de fachadas incluida, que la Xunta financió con medio millón de euros. Los trabajos acabaron con décadas de goteras y humedades, pero quedaron los efectos de las filtraciones de agua en elementos tan delicados como el retablo mayor. Urgía restaurarlo para frenar el deterioro y la parroquia asume el proyecto, que ronda los 40.000 euros.

Buena conservación

Casás y su compañera, Eva Costas, se pusieron manos a la obra a mediados de noviembre con el objetivo de finalizar el trabajo en Semana Santa. Se encontraron con un conjunto “bastante bien conservado” a nivel estructural. Las humedades no lograron pudrir el retablo, de castaño, a lo largo de estos casi trescientos años. “Ha resistido muy bien incluso a la carcoma, que no ha conseguido debilitar la madera”, explica la profesional.

Eva Costas interviene en una de las partes más trabajadas. | // R. GROBAS

El problema estaba en el revestimiento de las piezas. El autor, Antonio del Villar, uno de los escultores de mayor prestigio de la época –autor de tallas para grandes templos como la catedral de Tui e incluso en la propia villa real, en Santa Liberata–, aplicó pan de oro auténtico, “de gran calidad, de más de veinte quilates”, afirma Casás. Pero con el paso de los años, la suciedad y el hollín procedente los cientos de velas que se utilizaban entonces “se fue oscureciendo”. “¿Y qué hicieron? Pues repintar sin los conocimientos que tenemos hoy”, señala la experta.

El conjunto fue tallado por Antonio del Villar, prestigioso artista de la época, autor de piezas en la catedral de Tui

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Hasta en tres ocasiones, según las capas que se están encontrando las restauradoras, se intervino sobre la pared barroca, la última a mediados del siglo pasado. “Aplicaron oros de imitación: pintura dorada, pan de oro falso y un barniz muy oscuro”, muestran sobre las tallas. De manera que se había perdido el brillo original y la policromía de cada escena. Para recuperarlas, Casás y Costas aplican geles disolventes en compresas a las que se van adhiriendo las capas “invasoras” y así va saliendo a la luz el encanto genuino de las piezas. La riqueza de colores junto a los destellos del metal precioso aportan “más volumen y vistosidad” , subrayan.

Los feligreses podrán contemplar el espectacular relieve, que mide 7,8 metros de ancho por 7 de alto, cuando se retire la lona que cubre los andamios del área de trabajo, a mediados de abril. Pero antes, en cuanto terminen de retirar las imitaciones doradas, las restauradoras nutrirán y consolidarán las tallas con resinas para protegerlas y aflorar del todo los colores.

Una joya de 1726 tallada con “gran calidad”

Para Celia Casás, el retablo de la Anunciada es una joya. “Es un conjunto de muy buena calidad técnica, pictórica, muchísima decoración con un trabajo de talla increíble”, concreta. Sus escenas se desarrollan en torno a la patrona de Baiona, la Virgen de la Anunciada. En la parte superior, una representación de Dios con una especie de globo terráqueo en la mano. Debajo, la Anunciación por parte del Arcángel San Gabriel a la Virgen, que se sitúa por encima de otra imagen de la Virgen ya encinta. En los laterales, innumerables figuras vegetales y religiosas, entre las que se colocan santos venerados en la localidad como San Cosme y San Damián o Santa Juan, entre otros.

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