Rancho de Reis de Guláns, ayer, con mascarilla incorporada al atuendo.

Un grupo de vecinos y vecinas de Guláns trabajó en las últimas semanas para mantener viva la tradición de los Ranchos de Reis, muestra ancestral de la cultura tradicional y que se han conservado en esta parroquia sin que ningún año dejaran de organizarse.

En esta edición, marcada por la crisis sanitaria del COVID, además de los ensayos con grandes medidas de seguridad, los danzantes adaptaron sus mascarillas, creándolas semejantes a sus coloridos trajes. Una muestra es la mascarilla de Diego Groba, músico de tuba, que combina sus estudios de grado en música con las danzas.

Con un día soleado, numerosos vecinos de Guláns que se concentraron en el torreiro de San Xulián pudieron asistir al espectáculo de las danzas y músicas de siempre pero con el especial atuendo de la mascarilla, que no ha roto la estética de las prendas usadas desde hace siglos para la celebración aunque añadió algún sofoco.

Los Ranchos de Reis son tradicionales en varias localidades. En la comarca del Condado se conservan en la parroquia de Riofrío, en Mondariz, y en la de Fozara y Guláns, en Ponteareas. En A Louriña, en Salceda de Caselas.

Son los llamados Ranchos de Reis, agrupaciones de danzantes compuestas por hombres y mujeres, aunque en algunas zonas únicamente se integran por varones, que constituyen una de las expresiones populares más vistosas del sur de Galicia.

De todos modos, además de ahora, también pueden disfrutarse en otras épocas del año como ocurre en la festividad de Nuestra Señora de A Franqueira o en O Libramento de Arbo. Estos movimientos rítmicos también se llaman “danzas blancas”.

En tiempos pasados, cuando existían ranchos también en zonas de Salvaterra tenían distinciones por la vestimenta. Los ponteareanos, hacia el norte, vestían de color blanco. En cambio, los de la zona de Pesqueiras, en la localidad fronteriza, acostumbraban a llevar, sobre todo, pantalón corto. Además, en el atavío de las mujeres, con frecuencia, se dejaba notar la influencia portuguesa.

Por encima de las diferencias geográficas, los ranchos de Reis, fuesen de Ponteareas o de Salvaterra, tenían en común gorros con plumas y espejos, cintas de colores y mantones, además, por supuesto, de la forma de bailar.

Antiguamente, en Guláns se llegaban a reunir más de veinte ranchos de diferentes lugares de la comarca.

Esta fiesta característica de la noche anterior a la visita de los Magos de Oriente fue la continuación de los Cantares de Reyes que se entonaban en tiempos de hambre y dificultades. Entonces, los jóvenes se dedicaban a ir por las casas acaudaladas y por los pazos señoriales pidiendo limosna alimenticia. Se contentaban con chorizos o con tocino; dependiendo de cómo fuese el regalo, cantarían una pieza de agradecimiento o de “escarnio e maldicir”.