El ruido de los sables y el estruendo de los cañones volvieron ayer a Rande, que retrocedió tres siglos para rememorar el histórico combate naval acontecido en el estrecho de la ría en 1702 entre las escuadras hispano-francesa y anglo-holandesa por el cargamento de oro, plata y otros tesoros procedentes de América. La fiesta, organizada por la asociación cultural del barrio, reunió a más de un centenar de figurantes en la representación de las distintas escenas del acontecimiento, en una edición marcada por las medidas de seguridad con control de accesos, mascarillas obligatorias, uso de geles hidroalcohólicos y limitación de aforo, con el apoyo de patrullas de la Policía Local y Nacional.

Aunque las representaciones de la tarde completaron todas las sillas -doscientas bajo la carpa-, la afluencia de público a la cita fue inferior a otras ediciones debido a la situación causada por la pandemia del coronavirus, que seguramente desanimó a muchas personas, pero también por el mal tiempo durante la mañana, con una molesta llovizna que deslució la programación de las primeras horas.

Sin embargo, la situación atmosférica mejoró por la tarde, y el público pudo disfrutar de todos los atractivos del programa con el mercadillo, representaciones teatrales, concentración de barcos tradicionales y un espectáculo pirotécnico para rematar con la escenificación de la batalla en el mar.

"Podemos estar satisfechos porque se hizo un gran esfuerzo para que la fiesta pudiera celebrarse. Llevamos ensayando desde mayo y todos los vecinos de Rande estábamos muy ilusionados, así que para nosotros ha sido todo un éxito", indica Pedro Otero, el presidente de la asociación cultural de Rande, organizadora del evento con la colaboración del Concello.