Agosto siempre ha sido un buen mes para el sector del percebe, por detrás lógicamente de las navidades y la Semana Santa. La temporada alta de la hostelería y el turismo ha tirado del carro históricamente, pero nadie esperaba en la Cofradía de Baiona que precisamente fuese este verano, el del año de la pandemia del Covid-19, el que disparase los precios hasta superar la barrera de los 100 euros el kilo, como cualquier día de diciembre o víspera de puente o fiesta. El récord del año se alcanzó en la lonja el pasado día 17 con un lote a 118 euros. Y el día 5, otro llegó a los 107.

La marca más alta de la subasta baionesa está en 250 euros el kilo poco antes de la Navidad de 2018. Año y medio más tarde, y con una crisis sanitaria y económica mundial encima, llegar a estos valores en verano "es un gran éxito", proclama la patrona mayor, Susana González, que sitúa las cotizaciones en la lonja baionesa "entre las mejores de Galicia en estos momentos" . Supone, sobre todo, una inyección de ánimo a los mariscadores que, tras meses sin salir a faenar durante el confinamiento, en marzo, abril y parte de mayo, se van recuperando.

Las cifras llaman al optimismo, "pero lo que hay que ver es que se mantenga la media". "De poco vale que un lote se dispare tanto si otro va a 2 euros", explican desde el pósito. "Lo importante es que los precios medios sean aceptables para que todo el mundo gane dinero", recalcan.Y esos valores también se sostienen. Según los datos oficiales, la media de mayo subió este año 5 euros al pasar de los 44 euros/kilo de 2019 a 51. En junio, se mantuvieron los 40 euros de media por kilo respecto al ejercicio pasado y en julio la diferencia se incrementó hasta 13 euros, de los 39 del año pasado a los 52 de este. Lo que va de agosto, "está siendo más o menos como en 2019, a unos 51 euros", apuntan las mismas fuentes.

Con estos números sobre la mesa, todo apunta que la facturación anual de la entidad puede mantener los niveles de los últimos años. Es pronto para hacer pronósticos, advierten los técnicos. Es cierto que el precio medio ha subido significativamente, pero también lo es que durante casi todo marzo y abril nadie salió a faenar y el déficit de capturas es igual a un déficit de ingresos. En mayo la incorporación al trabajo fue lenta por el temor a la respuesta del mercado y la caída también se hizo notar. "Hay un agujero que no se ha cubierto, pero viendo el nubarrón que teníamos sobre la cabeza estamos contentos porque la gente empezó a vender", apuntan. A este ritmo, vaticinan, la facturación anual puede caer "entre un 20 y un 25%", pero también "es posible que se recupere del todo".

Menos esperanzados se muestran algunos percebeiros pensando, sobre todo en el largo plazo, porque "no hay percebe", lamenta José Garbín, que trabaja en el sector a flote. Esa es la razón principal, según confirma el principal mayorista que compra el producto en Baiona, Ángel Comesaña. "En agosto siempre sube el marisco, sobre todo por la hostelería", subraya. Está claro que este año los restaurantes, que copan el 60% de sus ventas, demandan menos porque su clientela ha bajado a causa de la pandemia, pero "sigue caro porque hay muy poco y la calidad también va a peor". "Y cada vez será más caro", advierte.

La venta "online" se disparó en mayo, al salir del confinamiento, constata Comesaña. Su empresa surte de pescado y marisco a toda España y aumentó la actividad. Pero "ahora en verano, ese negocio cae por la movilidad de la gente, que se va de vacaciones". "Ahora la cosa aguanta por la venta tradicional y lo que sube los precios es la escasez", insiste.