Después de catorce años tratando de sacar adelante el proyecto de restauración y explotación turística del cenobio, los propietarios mantienen la esperanza de lograrlo. El Concello aprobó el convenio urbanístico en 2011 para llevar a cabo una modificación puntual de las normas subsidiarias con el fin de dar encaje al proyecto, pero lo echó abajo cuatro años más tarde, por lo que la empresa reclamó 3,3 millones al Ayuntamiento por las pérdidas de subvenciones. Cuando empresarios y políticos volvieron a poner en marcha la tramitación del documento con nuevos estudios en busca de garantías de suministro de agua, la Corporación aprobó reclamar la expropiación del monasterio. Aquello causó un importante choque entre las partes que parece haberse diluido ante el interés común por hacer realidad el proyecto. Han retomado las conversaciones para aprobar una adenda al convenio urbanístico e incluso se han reunido con representantes de la Xunta para superar el obstáculo de la falta de abastecimiento de agua.