Desde diversas instancias afectadas, se pide un trato integral en ambas orillas del río Miño. Mientras la ribera portuguesa de Caminha está altamente protegida por escolleras, paseos en piedra, etc., en A Guarda la conservación de la naturaleza se entiende de forma distinta y las súper protecciones sólo admiten obras de contención como la utilización inútil de sacos de arena en un tramo de la ribera para frenar las aguas imparables del río Miño.

Empresarios de hostelería y vecinos de Camposancos consideran una injusticia la pérdida de este terreno, su senda, sus playas.