En el Centro de Educación Especial (CEE) de Panxón están acostumbrados a luchar contra la estigmatización de sus alumnos, escolares rechazados por el sistema educativo ordinario a consecuencia de sus graves trastornos de conducta. Su cuerpo docente, integrado por 11 profesores, sabe, sin embargo, del potencial que pueden desarrollar si encuentran la motivación precisa y se refuerza su autoestima. Por eso, desde el curso pasado el centro emplea una metodología innovadora, centrada en el desarrollo de proyectos adaptados a los intereses de los escolares, que también se emplea con alumnos de altas capacidades.

En ambos casos, el éxito académico llega "cuando logran canalizar sus intereses hacia ese objetivo", explica Rafael Lores, director del colegio, que participa junto a otros tres centros gallegos en el programa Talento 3.0, que impulsa la Fundación Barrié de la Maza en colaboración con la Unidad de Altas Capacidades de la Universidad de Santiago.

No hay libros de texto y son los propios escolares los que deciden al inicio del curso académico cómo quieren trabajar. Lo hacen asesorados por sus profesores, que "deben hacer un enorme esfuerzo" para adaptar el currículum académico regular con el fin de que los chicos adquieran el nivel de conocimientos que exige cada etapa educativa.

El curso se sustenta este año sobre siete proyectos. Así, en grupos de cuatro o cinco, los alumnos adquieren conocimientos de ciencias, ecología, nutrición, lengua, matemáticas, tecnología, música... mientras dedican buena parte de la jornada lectiva a cuidar una granja, elaborar recetas de cocina, realizar trabajos audiovisuales para una productora propia, comentar noticias de actualidad en un espacio ficticio de televisión, tocar en una banda de rock o practicar su inglés mediante un programa de intercambio con un centro de Portugal.

Estos talleres hacen práctica la teoría y en ahí radica su principal virtud, en que al final de cada trimestre hay "un resultado que mostrar", señala Lores, más allá de las tradicionales calificaciones.

El centro acoge a 15 alumnos de toda Galicia, niños y jóvenes de entre 8 y 18 años que por diversos factores sociales o patologías no han conseguido adaptarse a la educación tradicional. "Cuando llegan, ya acumulan una cadena de fracasos que es necesario romper", apunta Lores, para quien la enseñanza a través de proyectos cuenta con la ventaja de que "el sistema se adapta a los alumnos, y no al revés, y eso les motiva para trabajar". Completar las tareas programadas "genera éxitos y con ellos los alumnos mejoran su autoestima y también su comportamiento", agrega el director.