Veintiocho niños saharauis están de vacaciones en la comarca desde la semana pasada y aunque a los vecinos del Condado-Paradanta nos pueda parecer que aquí hace mucho calor estos días, nada tiene que ver con la temperatura de más de 50 grados centígrados que estos pequeños tendrían que soportar si estuviesen en el Sáhara.

Están alojados en casas de Ponteareas, As Neves, A Cañiza, Arbo y Salvaterra. Todos tienen entre 9 y 13 años y se quedarán todo este mes y el que viene. Este programa denominado "Vacacións en Paz" les permite conocer una cultura distinta a la suya, facilitarles una buena alimentación y atención sanitaria, así como promover valores como la tolerancia y la solidaridad.

Ayer tuvieron una bienvenida oficial en el salón de plenos de Ponteareas, en la que se les entregó una bolsa con algunos detalles, a la que asistió el alcalde, Xosé Represas, y varios de los ediles de su gobierno, junto al alcalde de As Neves, Xosé Manuel Rodríguez, y el alcalde de Arbo, Horacio Gil. Además les acompañó la presidenta de la Asociación "Solidaridade Galega co Pobo Saharaui" (SOGAPS), Maite Isla, quien agradeció "el compromiso y la solidaridad de las familias acogedoras, que posibilitan que todos estos niños pasen dos meses lejos del insoportable calor que hace en el Sáhara en esta época del año y lejos también de vivir situaciones que muchas veces vulneran los derechos humanos".

Por su parte, el regidor ponteareano consideró que este programa permite "un intercambio cultural entre Galicia y el Sáhara y, además, representa un golpe en la puerta de aquellas personas con poder para arreglar una situación de ocupación que ya dura décadas".

El alcalde nevense, Xosé Manuel Rodríguez, se refirió a la solidaridad que "bien se refleja en este tipo de proyectos, en el trabajo de la asociación y en la generosidad de las familias acogedoras".

En su intervención, el alcalde de Arbo, Horacio Gil, destacó "la oportunidad que tienen todos los niños de olvidar durante algunos meses el triste contexto que vive el pueblo saharaui y que se palpa con especial intensidad en los campamentos de refugiados".