El muelle de A Portela, uno de los más antiguos de la ría de Vigo, ya luce como en sus mejores tiempos. Las obras de rehabilitación han permitido recuperar este elemento del patrimonio redondelano de gran valor histórico, que se encontraba en riesgo de desplome debido al estado de deterioro en que se encontraba desde hace años.

Los trabajos de recuperación, sin embargo, no estuvieron exentos de polémica. La empresa adjudicataria realizó en el mes de marzo una primera intervención que fue calificada de "chapuza" por parte de los vecinos y de los grupos de la oposición, y que obligó al gobierno local a reconocer públicamente que no cumplía "con lo que se entiende como rehabilitación". El Concello rechazó la recepción de la obra debido a que no se ajustaba a lo acordado y el arquitecto municipal ordenó una serie de pasos para su adecuada ejecución, que ya fueron realizados.

Los trabajos consistieron en la consolidación del empedrado y mejora del muelle, la colocación de un vallado de protección de madera, la instalación de un panel interpretativo sobre la historia y el valor patrimonial de este elemento, así como de otros aspectos de la fauna y flora de la ensenada de San Simón, y la limpieza y adecuación de los caminos de acceso a A Portela. La actuación fue financiada por la Consellería de Medio Ambiente y el Fondo Europeo Agrícola de Desenvolvemanto Rural (Feader), con un presupuesto total de 24.100 euros.

El espigón de A Portela es uno de los muelles de piedra más antiguos que se conservan en la ría. Esta zona de atraque fue construida en la segunda mitad del siglo XVIII y formaba parte de un camino por el litoral desde Redondela a Vigo. En su construcción participaron emprendedores catalanes que instalaron en la zona una fábrica de salazón y emplearon el espigón para dar servicio a la factoría. Posteriormente se instalaría en la zona un puesto del Ejército que con el tiempo le dio el nombre de "pantalán dos carabineiros".

El puerto cuenta con una fisonomía peculiar, ya que cuenta con una abertura que en su día permitía el paso por debajo de los carros que transitaban por el camino del litoral.