Los conductores de Pazos de Borbén y Fornelos de Montes ya respiran tranquilos cuando circulan por sus carreteras. Las batidas para capturar los caballos y vacas salvajes iniciadas hace dos meses por ambos ayuntamientos, con la colaboración de trece comunidades de montes -Ventín, Fornelos, Traspielas, Calvos, Moscoso, Xunqueiras, Pazos, Amoedo, Borbén, Cepeda, Nespereira, A Ermida y Toutón-, han conseguido poner fin aun problema que durante el pasado año causó más de treinta accidentes en los viales, algunos con heridos de gravedad.

El alcalde de Fornelos, Emiliano Lage, justifica esta iniciativa ante el grave peligro que causaban los animales en las carreteras. "La situación era insostenible, había que actuar de alguna manera porque estaba en juego la vida de las personas. El pasado año se registraron más de treinta accidentes y conducir por las noches por estos municipios era casi una temeridad porque te podías encontrar una manada de caballos en cualquier curva", explica.

Hasta el momento han sido capturados 85 ejemplares de caballos y una decena de vacas en las distintas salidas realizadas sobre todo por los montes de Amoedo, Moscoso, Oitavén, A Ermida y Calvos. El apresamiento lo realiza una empresa especializada con la colaboración de comuneros y personal municipal. Ayer, en la última batida, se apresaron dos equinos que permanecerán custodiados durante 48 horas en un recinto habilitado en el campo de fútbol de Moscoso a la espera de que sus propietarios los reclame. En caso de no aparezcan sus dueños, y cumpliendo con la normativa vigente, los animales serán enviados a un centro de acogida.

Lage rechaza las críticas de los ecologistas que denunciaron la "captura indiscriminada" de caballos de raza autóctona gallega en la Serra do Suído, Coto de Eiras y Monte Saramagoso. "Eso es totalmente falso porque ni se actúa en esas zonas ni se tratan de ejemplares de Cabalo de Pura Raza Galega", puntualiza.

Uno de raza gallega

El primer teniente alcalde de Pazos, Alfonso Ventín, participa directamente en las salidas y confirma que de todos los caballos apresados tan solo uno era de raza autóctona y fue recogido por su dueño. "Existe un control exhaustivo por parte de veterinarios y de la Xunta. Cumplimos estrictamente con la normativa gallega", afirma.

Por su parte, el alcalde de Pazos de Borbén, Andrés Iglesias, destaca la notable mejoría en las carreteras, donde ya no se ve tanto ganado suelto. "Los vecinos demandaban desde hace años una actuación porque los constantes problemas que causaban los caballos". Una situación de la que Iglesias culpa a los dueños de los animales. "No puede ser que los suelten sin ningún tipo de identificación y si se produce un accidente o destrozos en fincas nadie responde. Eso es una actitud irresponsable", concluye.

Los cepos sentencian a muerte a cientos de caballos salvajes. La experiencia de poco ha servido y los ganaderos siguen recurriendo a las trancas en las patas delanteras de sus bestias como una forma natural de mantenerlos bajo control y evitar que dañen propiedades privadas. Solo en lo que va de año, fueron localizados más de 60 equinos con estos artilugios en los montes gallegos, en su mayoría en las provincias de Pontevedra y A Coruña. Los últimos casos se detectaron este fin de semana en el parque natural de Cotorredondo, en Vilaboa y en Carnota (A Coruña), según denuncian las sociedades en defensa de los animales Libera y Fundación Franz Weber. Moaña, Baiona, Lourizán, e incluso el campus universitario de Vigo están en el mapa de localidades donde se han avistado desde enero caballos con pexas -desde cepos de madera hasta grilletes de cadena y goma- y que ayer mismo fue remitido por las organizaciones animalistas a la Dirección Xeral de Emerxencias de la Xunta.