Una nueva ruta arqueológica permite desde ayer al visitante viajar al pasado más remoto de la parroquia gondomareña de Couso. A lo largo de sus más de 5 kilómetros y medio se suceden elementos patrimoniales prehistóricos como petroglifos, un castro e incluso un conjunto de mámoas que podrían conservarse desde hace más de 6.000 años. Los comuneros han invertido el último año y medio en la preparación de este sendero –que parte del mirador de San Antoniño–, mediante la mejora de los accesos, la limpieza y desbroce de los espacios más emblemáticos y la instalación de paneles informativos.

"Hasta ahora estaba ahí y nadie le prestaba atención", recordaba ayer el presidente de la comunidad de montes de Couso, Xosé Antón Araúxo, que destacó el trabajo de campo que se ha llevado a cabo para la apertura del sendero, que ha permitido descubrir nuevos grabados prehistóricos y realizar también un importante trabajo de recuperación de la toponimia local que se recogerá próximamente en un libro.

"Cuando iniciamos el proyecto no había más que dos petroglifos catalogados y ahora tenemos muchos más", reiteró el presidente de los comuneros, quien aseguró que esperan poder inaugurar en unos meses una nueva senda en la zona de Os Remedios con la que dar a conocer nuevos grabados prehistóricos, así como un importante conjunto de molinos.

Mientras tanto, en la ruta inaugurada ayer con una visita guiada a cargo de Xosé Lois Vilar, arqueólogo del Instituto de Estudos Miñoranos (IEM), se pueden contemplar destacados ejemplos del arte prehistórico como, por ejemplo, el petroglifo de Sobral, una roca que sobresale del terreno y contiene grabados de motivos abstractos y zoomorfos.

Veinte minutos de ascenso llevan al visitante hasta el castro de O Facho, un yacimiento arqueológico de la Edad de Hierro, con más de 2.000 años de antigüedad, cuya recuperación es, según avanzó Xosé Antón Araúxo, otro de los proyectos que los comuneros pretenden acometer.

El sendero recuperado avanza por la zona alta de la parroquia gondomareña y enlaza con la zona de Malvás, en Tui, a través de una necrópolis tumular, un campo de mámoas o enterramientos de entre 4.000 y 6.500 años.

Aunque el sendero principal culmina aquí, los comuneros han previsto, para los más acostumbrados a caminar, la posibilidad de continuar unos siete kilómetros más hacia Malvás y descender hasta los petroglifos de Tebra, en Tomiño.

La comunidad de montes ha elaborado un tríptico con toda la información y prevé organizar nuevas salidas guiadas en los próximos meses.