El cambio de cara de Carabela la Pinta con la recuperación de la antigua alameda y la reducción del tráfico rodado y las zonas de estacionamiento causa recelos entre los comerciantes de la céntrica calle baionesa. La mayoría reconocen que el aspecto de la zona mejorará con el proyecto en el que el Ayuntamiento invertirá 700.000 euros, pero temen los efectos de las obras y reclaman al gobierno municipal más información sobre el asunto y, sobre todo, que se consensuen las actuaciones con los afectados.

Entre los que se consideran más perjudicados están los negocios de la plaza de abastos, reducidos considerablemente en los últimos años ante la competencia de los supermercados y grandes superficies. "Se a xente non pode parar co coche para recoller as súas compras, iremos á ruina", explica ángel Comesaña, uno de los carniceros del mercado de abastos. En su opinión, la medida "só favorece ás cafeterías. Nós acabaremos por pechar", se lamentaba ayer tras conocer la intención del Concello. A pocos metros de su puesto, Urbano Cabrera y Marisa Márquez, pescaderos, se manifestaban en similares términos. "Estéticamente quedará moi bonito, pero eliminar prazas de aparcamento sempre prexudica ao comercio. Os concellos sempre favorecen que a xente teña que ir aos estacionamentos privados", indicaban. Al otro lado de la calle, otra comerciante se quejaba de la falta de información a los afectados para llegar a un consenso. "As árbores taparán os escaparates e o sol. Habería que por outro tipo de vexetación", decía. María Aurora González, del estanco, teme a las obras y a su duración y además considera que "sería bueno que pudiésemos ver el proyecto y alegar o discutirlo".

Mari Carmen André, titular de una boutique, se muestra totalmente en contra. "Esto es el colmo. Si quieren echar a la gente de Baiona, que cierren los accesos y que no venga nadie. Nos lo ponen todo negro", se quejaba.

Botellón

Algunos se muestran conformes con el embellecimiento de la calle, pero temen las consencuencias. Ángel Manuel Fernández pide al gobierno que piense ya en medidas para "evitar que el botellón se traslade a esta zona en invierno porque es una calle protegida del viento". Anabel, carnicera, también espera "que se den facilidades para la carga y la descarga", pero afirma que "quedará bien, aunque no estemos acostumbrados a caminar".Por su parte, Dolores Rodríguez y Belén Comesaña, floristas, consideran que la obra supondrá un "gran avance" para la villa porque "quedará precioso". "En todas las ciudades se tiende a peatonalizar. Será incómodo para los negocios para trasladar la mercancía, pero compensará", recalcan.