Es frecuente que los turistas que visitan Mondariz quieran probar el vino del municipio. Si beben una copa o una chiquita, éste suele triunfar. Sin embargo, el problema surge cuando quieren comprar unas botellas. No pueden hacerlo porque el vino de Mondariz no tiene denominación de origen. Algo por lo que los viticultores de la localidad llevan luchando desde hace años.

Cansados de que se le cerrasen puertas para lograr el sello de calidad, 32 viticultores decidieron, hace un año, unirse para crear la Asociación Val de Mondariz. Este colectivo nace para seguir demandando el reconocimiento de calidad de sus uvas.

Consideran que su situación es injusta. Son el único municipio de la comarca del Condado que teniendo cultivadores de uva autóctona no ha sido incluido en la denominación de origen Rías Baixas. En el año 2000 se incluyó a Ponteareas, pero los viñedos de Mondariz volvieron a quedarse sin la protección legal de sus uvas.

Los cosecheros se sienten indefensos porque carecen de legalidad, no sólo para vender su producción de vino, sino también sus propias uvas. "Estamos preocupados porque no sabemos qué tendremos que hacer con las uvas que estamos cuidando, si no se nos da una solución tendremos que abandonarlas", explica Silvino Fernández, el presidente de la Asociación Val de Mondariz.

Se han quedado fuera de la denominación de origen Rías Baixas, a pesar de haber seguido las directrices de la Xunta y haber saneado sus plantaciones cultivando viñedos de calidades autóctonas. Han invertido mucho: dinero, trabajo y tiempo. Ahora sienten que no ha servido para nada.

Aseguran que cada vez son más los que se rinden y cortan sus viñedos. Los viticultores creen que si se lograse la denominación de origen los beneficios repercutirían en todo el municipio. Serviría para el asentamiento de población, sería un valor añadido para la hostelería y para el turismo de Mondariz.

No encuentran argumentos para que se les niegue la protección a sus uvas; son autóctonas y el microclima es el idóneo. Además, entre los 32 viticultores no suman más de 200 hectáreas, por eso consideran que no se convertirían en un competidor de los demás municipios acogidos a la denominación de origen.

Ellos no se rinden y siguen exigiendo protección para sus uvas. Esta semana les ha visitado el delegado provincial de Medio Rural, Gonzalo Constenla. No han aceptado la oferta de un etiquetado de reconocimiento como Producto da Terra, creen que su vino es tan bueno como cualquiera del Condado y no se conforman con una protección menor.

En junio hay elecciones al Consejo Regulador; confían en que los nuevos estatutos les permitan entrar.