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El Celta se atasca en un bucle de baja forma

El conjunto celeste cae frente a la Real Sociedad en otro decepcionante encuentro y deja herido de gravedad a Escribá

Néstor Araújo hace falta al brasileño Willian José en la entrada en la que el central del Celta resultó lesionado durante el choque liguero disputado ayer en Balaídos. // José Lores

El Celta no carbura. No genera, ni marca, ni gana, ni nada de nada. La Real Sociedad volvió a confirmar ayer la exigua evolución del conjunto de Fran Escribá, que perpetúa su devastadora carencia de gol sin que se vislumbre remedio a las pobres prestaciones ofrecidas por un grupo del que se esperaban grandes cosas y que decepciona jornada tras jornada.

Aunque más ajustada que otras, la derrota frente al conjunto txuri-urdin deja herido de gravedad al técnico, de cuya capacidad para explotar las virtudes del plantel se duda, pero también señala de forma evidente a un puñado de jugadores que están rindiendo muy por debajo de su nivel y no encuentran el modo de hacer daño al adversario ni la confianza necesaria para sacar adelante los partidos. El equipo vive atascado en un permanente bucle de baja forma.

Falta verticalidad, sobra toque y se echa de menos sentido colectivo para canalizar el talento individual y cierta dosis de pragmatismo para leer las necesidades que en cada momento requiere el partido. También equilibrio para modular la intensidad del juego, pues o el Celta se queda corto, como ha ocurrido recientemente en Mendizorroza o en Ipurua o, como sucedió ayer con la segunda tarjeta amarilla de Pape, se pasa de frenada.

No fue el de ayer el peor partido del Celta este curso. Seguramente no mereció perder; tampoco ganar a un rival con tan buen pie como él mismo que sí aprovechó las circunstancias favorables que se encontró en el camino para llevarse los tres puntos en un único desajuste defensivo.

escribá, en el alambre

La derrota, segunda consecutiva, deja a Fran Escribá en el alambre. El partido del miércoles ante un Betis que afronta el choque en muy similares circunstancias determinará su futuro. Las perspectivas son sombrías. El juego es insuficiente y los resultados (el único aval que al fin y al cabo sustenta a los entrenadores) son sumamente pobres: dos victorias en diez partidos, 9 puntos (menos de un tercio de los que se han puesto en juego) en el casillero y una incapacidad para hacer gol que amenaza con perpetuarse. Sería, no obstante, del todo injusto culpar únicamente al técnico de los males del equipo. La línea entre las dificultades de Escribá para explotar la calidad que tiene entre manos y la baja forma de algunos de sus futbolistas más importantes es demasiado difusa.

referentes en baja forma

Al margen de la responsabilidad del técnico en el pobre rendimiento colectivo, salta a la vista que hay una serie de jugadores en un pico de forma desacostumbradamente bajo. El caso más evidente es del de Iago Aspas. Después de diez partidos, el delantero moañés suma un solo tanto, su cifra más baja en muchos años. Ya no es que Iago esté peleado con el gol, es que el triple vencedor del Trofeo Zarra no está generando el suficiente desequilibrio para que los hagan sus nuevos socios. Cuando Aspas cogía la pelota siempre ocurría algo interesante; ahora sucede rara vez. Por fortuna, el gol acostumbra a presentarse por rachas y, si alguien hay fiable en este equipo, es precisamente el goleador de Moaña.

Pero los problemas de gol y, en general, de gestación del juego, no solo afectan a la estrella celeste. Resulta preocupante el exiguo nivel que en estos últimos compromisos ligueros han ofrecido tipos como Denis Suárez, que apenas ha asomado con algún fugaz destello, o el menguante Stanislav Lobotka, a años luz del rendimiento mostrado hace un par de temporadas. Tampoco Mallo, en un bucle de baja forma, ayuda salir del atolladero. Ni siquiera Mina, pura combatividad, encuentra el tino necesario para perforar marco rival.

El vigués volvió a cortejar ayer sin éxito el gol: estrelló en el cara exterior del poste con un complicado remate un envío de Denis desde la esquina y dilapidó luego una clarísima ocasión cabeceando fuera un gran centro de Olaza en posición de gol. No hubo más.

suma de inconvenientes

La balanza comenzó a inclinarse hacia la Real Sociedad con la lesión de Néstor Araújo cerca de cumplirse la hora de partido. La ausencia del mexicano, que hasta que tuvo que retirarse del campo había formado con Aidoo un tándem infranqueable, se dejó sentir en el gol. Pero fue quizás la expulsión por doble amarilla de Pape la que tuvo peores consecuencias. Aunque la primera tarjeta fue en exceso rigurosa y perfectamente se la podía haber ahorrado el árbitro, la segunda es clara y se debe a un exceso de confianza del jugador que acaba resultando fatal. Pero incluso con diez, compitió el Celta, que se hundió a nueve minutos del final en su único desajuste claro atrás.

un único golpe letal

Un grave error de colocación propició el gol de la Real Sociedad, obra de Isak, a los ocho minutos de ingresar en el campo en sustitución de Willian José. El sueco ganó el sitio a Aidoo y, sin oposición, a la media vuelta, colocó la pelota lejos del alcance de Rubén. Con uno menos, la remontada fue misión imposible, aunque al menos tuvo el Celta el arrojo de intentar buscar el empate en inferioridad numérica en un par de contras mal culminadas.

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