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La voluntad contra la lógica

El Celta, inferior al Espanyol en el duelo de planteamientos cartesianos, se creció en la fase de emoción y fe

Costas impide la progresión de Iglesias en una acción en la que Undiano señalaría falta del chapeleiro sobre el santiagués. // LOF

El Celta vive del alma. Se alimenta de esa fe que recuperó en la segunda mitad del encuentro contra el Villarreal. Como en aquella cita, y en todas las que han venido después, el equipo celeste necesita ese instante de electricidad que convierta el juego en un ejercicio de voluntad. Contra equipos mejor construidos, que han vivido la temporada sin sobresaltos, los defectos célticos pesan en la balanza. La lógica los hiere. En el territorio del empuje, en cambio, siempre a la estela de Aspas, nadie los supera. La emoción los sana.

sin sistema de rectificación

Espanyol y Celta plantearon el encuentro desde postulados similares: presión adelantada pero sin riesgos y repliegue en bloque; apuesta por el balón sin renuncia a la transición rápida. Rubi ha trabajado esta idea desde pretemporada. Escribá escribe sobre los tachones de Mohamed y Cardoso. Se le nota el hilván a su confección. Sus jugadores se ubican bien en el inicio de cada acción. Acuden al acoso con cierta coordinación. Pero cualquier balón dividido que se pierda, cualquier maniobra inesperada del adversario, descuadra su estructura. No existe o no funciona ese sistema de ayudas que permita corregir los errores individuales con prestancia. Esa capacidad de rectificación es precisamente lo que distingue a los proyectos consolidados.

cada décima y centímetro

Una temporada tiene 2.052.000 décimas de segundo más descuento. Cada portería, 732 centímetros de largo. Todas influyen en el resultado de una campaña Los renglones torcidos, sin embargo, aportan dramatismo a cada décima y centímetro de las jornadas finales: la décima de duda de Rubén Blanco, que le impidió acortar la distancia con Wu Lei; el centímetro que hubiera enviado a las mallas el disparo al palo de Iago.

baile en defensa

Escribá ha devuelto naturalidad y coherencia al equipo. Es un entrenador sereno, con oficio, sin los riesgos del autor; ni genialidades ni caprichos. Pretende lograr la permanencia aplicando el manual. No siente ninguna necesidad de epatar. En sus alineaciones, sin embargo, sucede algo extraño o que quizás lo parezca por falta de información: aplica tanta movilidad al eje defensivo como estabilidad al resto de la alineación. Solo los centrales rotan. Posiblemente eligiese a Costas para que neutralizase la movilidad de Borja Iglesias. Posiblemente eligiese a Hoedt por sus cambios de banda o la intención de construir desde atrás. Escribá puede equivocarse, pero con él siempre hay preguntar el porqué de sus decisiones.

undiano y las tarjetas

El Celta ha llegado al juicio de la campaña con mal pie en el ciclo de tarjetas. Las sanciones por acumulación han impedido a Escribá alinear con continuidad a los hombres entonados. Aspas eligió descargarse en el Wanda, Boufal penó ayer y Okay lo hará ante el Leganés. Tarjeta apurada del turco, que retrata a un árbitro, Undiano Mallenco, que en algún momento de su carrera extravió la senda. Undiano está llegando a la retirada con aires de prejubilado, conservador, rutinario, como si ya le hubiese exprimido toda la ilusión al silbato. No queda rastro de la valentía que mostraba cuando se sentía estrella. Se ha vuelto político. Amonestó a Okay porque había amonestado a Granero justo antes, aunque las acciones no fuesen equivalentes; le perdonó a Marc Roca la expulsión porque lo sabía ya con cartulina. No es que quisiese beneficiar al Espanyol sobre el Celta ni mucho menos. Undiano es honrado, como todos. Es otro su vicio: calcula en cada acción los pros y contras para su propia comodidad.

juego poético

Fue un partido entretenido, considerando la tensión, equilibrado en la lectura global, con alternancia en las fases de control y de juego más roto en los minutos finales. Al Celta le queda la insatisfacción de los boxeadores que aprietan en los últimos asaltos, acariciando el noqueo sobre la campana. El Espanyol tuvo cierto margen de ventaja en lo cartesiano; el Celta, en lo poético. El juego giró una vez más sobre una acción decisiva de Aspas. El empate dejó desmadejado a un Espanyol tan aseado como frío. En el territorio del cansancio, los célticos imprimieron espíritu. Pero ese mismo frenesí los cegó en el remate o el último pase.

todo es volátil

El Celta suele quebrar las opiniones comunes y adocenadas. Los jugadores a los que se acusaba de falta de compromiso son los mismos que aprietan los dientes en pos de la salvación. Suele confundirse lo que se puede con lo que se quiere. Estas piezas de ajedrez no responden con exactitud al demiurgo que las maneja. Tienen altibajos, fragilidades, nervios; sufren depresiones y experimentan entusiasmos. Hugo Mallo, el lateral más sólido del último lustro en la Liga, tiembla en el uno contra uno. Olaza, ese aborto de Felipe, ha sido uno de los grandes responsables de la reacción. Habituados a convertir cada partido en el juicio del final de los tiempos, recordemos de vez en cuanto la transitoriedad del fútbol.

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