La pasión por las cuatro ruedas se contagia en A Madroa. El gusto por los coches de lujo empieza a ser algo cada vez más extendido entre los miembros de la plantilla y la directiva del Celta. El más activo a la hora de ampliar el catálogo celeste de automóviles de alta gama siempre ha sido Iago Aspas, aunque Carlos Mouriño, el presidente, no se queda atrás. El máximo dirigente celeste acostumbra a conducir un Bentley, aunque en los últimos días se le ha visto en las proximidades de la sede de Praza España con un flamante coche clásico descapotable de color rojo.

Carlos Mouriño, en un coche clásico descapotable, al lado de la sede del Celta.

El parque móvil de A Madroa siempre ha sido un atractivo para los aficionados cuando terminaban los entrenamientos del primer equipo. Los jugadores suelen aparcar sus coches en la entrada de las instalaciones y los hinchas se arremolinan en esa zona en la busca de fotos y autógrafos, a la vez que se deleitan con los vehículos de alta gama de algunos futbolistas. En las últimas temporadas el que siempre ha llamado la atención en este sentido ha sido Iago Aspas. El de Moaña es un apasionado de los deportivos y por sus manos ya han pasado coches como un Audi R8, un Porche Panamera, un Lamborghini Gallardo o un Maserati; aunque desde que ha sido padre ha adquirido un Volkswagen Golf para el día a día.

Iago Aspas, en su Porche Panamera. // J. Lores

Otros jugadores de la actual plantilla también apuestan por coches caros, aunque los modelos familiares cada vez ganan más peso sobre los espectaculares deportivos. La familia celeste crece y los jugadores apuestan por modelos como el Audi Q7 o el BMW X5 para poder llevar a sus hijos. Sin embargo, el doctor Juan José García Cota ha elegido un medio de transporte diferente. El médico del Celta y de la selección española conduce una espectacular moto Harley-Davidson.

Guidetti firma autógrafos en el aparcamiento de A Madroa. // J. Lores

Pero los tiempos en los que el aparcamiento de A Madroa parecía una exposición del Salón del Automóvil ya pasaron. En los tiempos de Horacio Gómez y del primer EuroCelta estaban aparcados muchos más coches de lujo, como el Ferrari de Claude Makélélé con el que tuvo un fuerte accidente en Puxeiros, el Jaguar de Valeri Karpin o el BMW de Mostovoi. Y después está Vágner. El centrocampista brasileño, en un arrebato, se compró tres coches en una cola tarde.

Karpin, rodeado de celtistas ante su Jaguar. // Cameselle

Pero la relación de los automóviles y el Celta también está plagada de anécdotas, como por ejemplo la del exentrenador celeste Hristo Stoichkov. En sus últimos días como técnico en Vigo encargó a un concesionario un Hammer todoterreno que nunca fue a recoger. Por otro lado, sonado fue el caso de Joan Tomás cuando fue de madrugada al circular por dirección prohibida y quedar su coche bloqueado en las escaleras que dan a la Puerta del Sol. Tres años después trascendió la detención de Welliton Soares, delantero que solo pasó seis meses en el Celta. El brasileño fue ´cazado´ a gran velocidad, quintuplicando la tasa de alcoholemia y con otras seis personas en el coche.