Solo el Anderlecht ha salido esta temporada del Luminus Stadium de Genk con la portería a cero. En los veintiún encuentros que el cuadro de Albert Stuivenberg ha disputado ante su público desde que arrancase la competición en las eliminatorias previas de la Europa League, solo los de Bruselas -líderes en estos momentos y grandes aspirantes al título de Liga belga- se escaparon sin encajar un solo gol. Un detalle que de alguna manera viene a confirmar el espíritu descarado de un Genk que en Vigo ya demostró que le gusta correr, que acumula futbolistas en el área contraria y que suele ver puerta con facilidad.

El Celta comprobó de cerca la versión de los belgas cuando ejercen de visitantes. No les amedrentó el ambiente en contra o el rival. Como ya hicieron en muchos encuentros de esta temporada (marcaron dos goles en sus visitas a Viena para jugar contra el Rapid, el Sassuolo e hizo tres en San Mamés en el Athletic). Pero ahora llega el momento de comprobar cómo es la versión doméstica del grupo de jóvenes jugadores que entrena Albert Stuivenberg y que a lo largo de la temporada han sido capaces de reponerse a las importantes bajas en el mercado invernal del jamaicano Bailey y del nigeriano Ndidi, que llenaron la caja del club pero dejaron en un pequeño aprieto al técnico.

Los datos apuntan a un equipo que juega con la portería contraria en la cabeza y que incluso radicaliza su propuesta. Poco amigos dela especulación, el Genk ha confirmado esa filosofía y solo el Anderlecht, un equipo que parece estar por encima del resto en Bélgica y que ganará la Liga salvo que suceda algo muy extraño, el resto han sido incapaces de mantener la portería a cero.

En esos veintiún partidos, en la mitad de ellos han marcado más de un gol. En este apartado no es que llamen demasiado la atención (su media de goles en casa esta temporada es de dos tantos por partido) pero sí es relevante que no fallen en su compromiso con el gol. Curiosamente parecen haberse quedado algo secos en la Europa League donde en los últimos partidos no han pasado de un gol (suficiente mañana para eliminar al Celta si no encajan). En las eliminatorias previas de verano se impusieron al Podgorica (2-0), Cork City (1-0) y NK Lokomotiva (2-0). Luego en la fase de grupos protagonizaron un gran rendimiento que les llevó a ganar al Sassuolo (3-1), Athletic de Bilbao (2-0) y Rapid de Viena (1-0). En las eliminatorias estuvieron algo más rácanos: 1-0 al Astra y 1-1 contra el Gent en un duelo de rivalidad que venía claramente condicionado por lo sucedido en la ida en la que habían ganado por un concluyente 2-5 y la eliminatoria ya estaba completamente resuelta de cara a ese choque de vuelta.

Tampoco tienen queja de su rendimiento en defensa porque en esos veintiún encuentros disputados como local solo ha recibido quince goles. Una cifra muy baja para un equipo que suele aceptar la invitación del rival hacia el intercambio de golpes. En Balaídos dieron la impresión de que la retaguardia era su línea más floja, pero la verdad es que los números contradicen esa teoría porque en su estadio evidencian unos registros bastante meritorios en las dos portería: la que les toca defender y la que atacan casi siempre de forma apasionada.

Cuarto intento

El Celta asaltará en el Luminus Arena su cuarto intento de acceder a unas semifinales europeas y además del refuerzo indudable que supone llegar por delante en la eliminatoria (es la primera vez en su historia que a estas alturas de competición defenderá un marcador en el choque de vuelta) también lo hará por su buen rendimiento defensivo en los últimos partidos que ha jugado en la Europa League. Tanto en Donetsk (donde la actuación de Sergio tuvo mucho que ver en el resultado final) como en Krasnodar, los de Berizzo defendieron por encima de lo que suele ser habitual en ellos. Mañana necesitan un rendimiento similar para hacer crecer sus opciones de manera exponencial. Se da por hecho el partido de ida y vuelta, el intercambio de golpes, las transiciones rápidas de uno y otro lado y los goles. Un ambiente en el que el Celta suele desenvolverse con cierta facilidad. Viene un día grande para demostrarlo, el mejor de todos los posibles. Y a por ello van los de Berizzo.