Los policías que rescataron al anciano atrapado en el fango en A Coruña: “Había un palmo de agua, si el anciano no hubiera aguantado, igual se habría ahogado”

Fran y Goyo, que salvaron a un hombre de 93 años que pasó nueve horas en la braña de Someso, destacan la dificultad de su intervención al cargar con él más de 200 metros

Goyo, a la izquierda, y Fran señalan el lugar de Someso donde hallaron al anciano que rescataron.

Goyo, a la izquierda, y Fran señalan el lugar de Someso donde hallaron al anciano que rescataron. / ÍÑIGO ROLÁN / ROLLER AGENCIA

José Manuel Gutiérrez

“Es una de las intervenciones más gratificantes que hemos tenido”, afirman Fran y Goyo, los policías nacionales que en la madrugada del jueves rescataron a un anciano de 93 años que había quedado atrapado en el barro en la braña de Someso y no era capaz de salir de allí. El hombre pasó nueve horas solo en un lugar sin urbanizar y cuando fue localizado por los agentes se encontraba agotado con las manos y las rodillas apoyadas sobre el agua.

“Tuvo suerte porque en una situación de estas te pasa todo lo malo a la vez, pero tenía un móvil antiguo y le quedó batería suficiente”, señala Goyo sobre el accidente sufrido por este hombre, mientras que Fran advierte: “No era una noche fría, pero si fuera la anterior ese señor se muere al estar empapado”. Su compañero cree que llegaron a tiempo para salvarle porque en el lugar “había un palmo de agua y si no hubiera aguantado en la posición en la que estaba, igual se habría ahogado”.

“Fue complicado y las condiciones fueron duras, pero se hizo un buen trabajo, sin duda una de los más complicados”, explica el oficial Fran, para quien, “aunque todas son diferentes, es de las más meritorias porque cargar con una persona más de doscientos metros tiene su mérito”.

El policía Goyo es de la misma opinión, ya que considera que “al moverse de noche entre la maleza siempre corres el riesgo de caer en algún agujero”, a lo que añade que “buscar a doscientos metros de distancia a una persona que vestía de oscuro es difícil”.

Ambos policías recibieron el aviso sobre las tres de la madrugada y, como todos los compañeros de servicio a esa hora se dedicaron a intentar localizar al anciano, cuyos familiares llevaban ya tiempo intentando encontrarle, pero no lo conseguían porque cuando le llamaban al teléfono contestaba solo durante unos segundos y colgaba, al tiempo que la información que facilitaba era confusa.

“Dedujimos que estaba por la zona de Espacio Coruña, pero no le encontrábamos pese a que los coches patrulla fueron con las luces de emergencia para que las viera y algunos compañeros iban a pie”, señala Fran. “Tuvimos la fortuna de mirar hacia ese lado, vimos un terraplén y bajamos, a lo lejos nos pareció ver algo raro y llamamos, pero no contestaba nadie”, añade.

Tras descender por la ladera una vaguada con una fuerte pendiente llena de una densa y alta maleza, los agentes llegaron al fondo de la braña, situada por donde discurre canalizado el río de Mesoiro. “Vimos como una lucecita y nos pareció escucharle, nos acercamos y vimos que estaba a cuatro patas en el barro y que no tenía fuerza para andar”, apunta sobre cómo le localizaron. “Gracias a que alumbré justo con la linterna por allí, porque no gritaba al estar agotado”, recuerda Goyo.

A pesar de que los compañeros les pedían que les indicaran dónde estaban, no eran capaces de precisarlo en medio de aquella oscuridad y, ante la situación en la que se hallaba el anciano, optaron por actuar sin más dilaciones. “A pesar de que pensamos en pedir a los bomberos que vinieran con un todoterreno, decidimos sacarlo cuanto antes”, detalla Goyo, por lo que los policías le asieron por debajo de los brazos y las rodillas y le cargaron entre los dos para transportarlo a una zona segura. “Lo más fácil habría sido cargarlo al hombro como si fuera un saco, pero lo llevamos como en una silla para no romperle un hueso debido a su edad”, explica el agente.

Su compañero destaca que, en lugar de regresar por el lugar por el que habían bajado, tuvieron que salir del lodazal haciendo un recorrido de entre doscientos y trescientos metros. “Era imposible volver por donde habíamos bajado, habría que hacerlo a cuatro patas, ya que de noche todo es mucho más difícil”, comenta Fran.

Tras seguir el trazado de lo que parecía un camino, finalmente pusieron a salvo al hombre y poco después aparecieron sus compañeros. Una ambulancia acudió para atender al anciano y propuso trasladarle al hospital, pero se negó e incluso trató de volver a su casa. Entre los policías y los familiares, que finalmente llegaron al lugar, fueron capaces de convencerle de que subiera al vehículo policial para transportarle hasta su domicilio, situado a corta distancia.

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