Desde el día 04/08/2007 que te fuiste y hasta el día de hoy (s.e.u.o), no he tenido la oportunidad de leer en ningún diario de esta ciudad ningún comentario que hablase sobre ti, un ejemplar empresario vigués de una categoría tal, que tan sólo unos pocos pudieron igualar pero ninguno superar.

Tú, como alguna vez comentabas a los más cercanos, tuviste más de 6.000 empleados bajo tu responsabilidad. Fuiste duro cuando considerabas que debías serlo y generoso cuando la situación de las empresas que gestionabas lo permitía.

Los que trabajaron contigo se acordarán, sin duda, de aquellas negociaciones que mantuviste con el comité de empresa, en las que nunca dudaste en dar a cada uno lo que se merecía (creando incluso agentes sociales que iban por las casas de los más necesitados para ofrecerles ayudas y auxilios gratuitos, etc.).

Fuiste pionero en firmar los mayores contratos de construcción de barcos de pesca en toda Europa cuando la tecnología era aún escasa, pero tu astillero Ascón ya estaba en primera línea de innovación y tecnología.

Tras la venta de Ascón por sus accionistas mayoritarios, que sucedió precisamente cuando la conflictividad laboral y la crisis alcanzó sus máximas cotas, decidiste, a pesar de tu ya avanzada edad, empezar de nuevo y montarte por tu cuenta con tu compañero y amigo inseparable, también vigués e ingeniero naval, Guillermo Gefaell. Abriste así, una nueva etapa en tu vida como empresario siguiendo muy de cerca todo el sector de la construcción naval y aconsejando a numerosos empresarios que acudían a ti para pedirte tu sabio consejo.

Siempre te gustó el campo, tanto en su vertiente agrícola como ganadera, bien fuera para hacer uno de los mejores caldos de las Rías Baixas -Albariño Fillaboa- que llegó incluso a recibir entre innumerables premios de gran prestigio, El Gran Baco de Oro, como para en tus últimos años de vida, criar en una excelente dehesa situada en el Valle de los Pedroches de Córdoba, unos magníficos cerdos de raza ibérica que están catalogados por Sánchez Romero Carvajal como de los mejores que comercializan con su reputada marca, una yeguada magnífica de caballos de pura raza española con padres olímpicos y tu ultimo reto, una ganadería de toros bravos que tentabas y seleccionabas con tanto mimo y cariño.

Dios quiera que allí donde estés, seguro que cerca de tu Virgen a la que tanto adorabas, los veas lidiar en las mejores plazas de toros de España.

Querido Alejandro, compruebo con cierta tristeza y pesar, que a fecha de hoy (s.e.u.o), tu vida y virtudes no han sido debidamente reconocidas por tu ciudad, y en mi humilde opinión te mereces mucho más de lo que hasta la fecha te han dado.

Un humilde admirador.