La sociedad se rige por unas normas no escritas, además de otras escritas, las leyes. El fútbol, el baloncesto, el balonmano, etc., por un reglamento, y surgidos de una ley y de un Real Decreto. ¡Y las corridas de toros, también!

Asistiendo a las que se celebran en la bonita plaza de toros de Pontevedra, conocida como la de San Roque, en una de ellas, la del pasado día 10, dos de los actuantes, el rejoneador Diego Ventura y el matador de toros "El Fandi" infringieron el reglamento taurino con el beneplácito del público asistente. Digo beneplácito porque, en ningún momento, recriminaron tal proceder. Sin embargo, sí lo hicieron injustamente a la labor de la presidencia de la corrida por cumplirlo y no conceder la segunda oreja al rejoneador, que a mi entender no era merecedor de ella por la faena realizada.

Cierto es que este ofreció un espectáculo de doma extraordinario, pero el rejoneo es algo más; y como consecuencia, la doma sola es insuficiente para conceder el premio pedido y denegado. Y esto debido a que, durante la faena, en banderillas, pasó tres veces en falso de forma clara y no consecuencia de tratar de hacer una suerte (si lo hace un banderillero se le suele pitar). De las nueve banderillas que clavó, dos se soltaron de inmediato por no haberlas introducido con suficiente fuerza y quedar firmemente prendidas; las siete restantes estaban desperdigadas y no aceptablemente agrupadas; y para colmo, el rejón de muerte, fue clavado trasero y caído.

Dice el reglamento taurino al respecto de los matadores de toros (Art. 76.1): "Ordenado por el presidente el cambio de tercio, se procederá a banderillear a la res colocándole no menos de dos ni más de tres pares de banderillas". 'El Fandi', solapadamente, clavó cuatro pares; por tanto, cometió una infracción . Y en lo que respecta a los rejoneadores (Art. 88.5): "Los rejoneadores no podrán clavar a cada res más de tres rejones de castigo ni más de tres farpas o pares de banderillas. Ordenado el cambio de tercio por el presidente, el caballista empleará los rejones de muerte, sin que pueda echar pie a tierra o intervenir el subalterno, ex-matador de toros o de novillos, para dar muerte a la res, si previamente no se hubieran colocado, al menos, dos rejones de muerte"; y (Art. 88.6): "Si a los 5 minutos de ordenado el cambio de tercio no hubiera muerto la res, se dará el primer aviso; dos minutos después, el segundo, en cuyo momento deberá, necesariamente, echar pie a tierra, si hubiera de matarla él...".

Como se puede apreciar por lo expuesto, Diego Ventura cometió varias infracciones. En su primer toro, aprovechando cambios de caballos, solapadamente clavó 4 pares, y después echó pie a tierra para torear, sin haber clavado los dos rejones de muerte ni haber recibido los dos avisos. En el segundo, en banderillas, procedió como en el primero, pero clavando cuatro pares y medio; y cuando solicitó permiso al presidente para introducir tres banderillas cortas, consecuentemente este se lo negó, lo que propició el enfado del público.

Como aficionado y amante que soy de "La Fiesta", siento gran decepción al observar cómo los aficionados abroncan a la presidencia por cumplir y tratar de que se cumpla el reglamento taurino. Y, además, en el caso de la hospitalaria y hermosa ciudad de Pontevedra, que los aficionados no protesten algunas corridas carentes del trapío correspondiente, como la que se lidió el día 11. Aunque de esto son responsables principales los veterinarios y el presidente.