"Es el momento de poner fin a la tóxica saga de los Baltar, que ocupan la Diputación desde hace décadas" (Pérez Jácome, en campaña electoral para las municipales de 2019).

Cerrados los pactos para el gobierno de la ciudad de Ourense, la saga de los Baltar seguirá rigiendo la Diputación Provincial. Y lo harán merced al acuerdo suscrito entre José Manuel Baltar y Pérez Jácome. Se repartirán los gobiernos municipal y provincial. El municipal para Jácome, el provincial para Baltar. Lo que, vulgarmente, se dice un intercambio de cromos. En la década de los 50 se solía cambiar cromos de cómics, historietas, películas, equipos de fútbol, en los jardines del Padre Feijoo, luego de comprarlos en la tienda de La Viuda. Y se intercambiaban, porque eran propiedad de los tenedores. Intercambiar cromos en política adolece de impropiedad. Esos cromos pertenecen no a los políticos, si no que se los han cedido temporalmente los votantes con la condición de usarlos en función dada por la promesa electoral. Cuando ésta no se cumple, la cesión se convierte en fraude para el electorado.

El ascenso en política de Pérez Jácome se debe a que, a través del medio audiovisual de su propiedad, principalmente, y de sus declaraciones a otros medios de comunicación, venía a erigirse como el azote de la saga de los Baltar.

No dudaba en acudir a denunciarles ante los juzgados, o personarse como acusación particular en aquellos procesos en que era demandada la citada saga.

Fuera del ámbito judicial, no ahorró epítetos descalificadores en todas las sesiones de los plenos de la Diputación Provincial. Epítetos que no enunciaré, por urbanidad, algo de lo que carece el líder de Democracia Orensana. Para eso está la hemeroteca, la más profusa en los vídeos de Auria TV, de su propiedad.

A día de hoy, se puede afirmar que este político diseñó, desde un principio, una política de marketing como en cualquier empresa comercial, vender su imagen de justiciero, para arañar parcelas de poder. Y el poder que da prestigio social en una urbe es la alcaldía. En ello se empeñó. Ahora, le llegó el momento aliándose con quien decía ser su enemigo, a quien culpaba de todos los males que vive la provincia, la ciudad. Un enemigo que hizo siempre caso omiso de sus insultos, demandas, porque se sentía dueño de un cromo apetecible para este empresario desesperado por obtener la alcaldía. Desconozco si Pérez Jácome es un lector consumado, pero asemeja haber leído a Nicolás Maquiavelo. Decía este autor que "el vulgo se deja cautivar siempre por la apariencia y el éxito". Su apariencia de antibaltarista, le ha redundado en éxito político. Hoy, le toca comerse sus propias palabras. Afirmaba Cervantes que "pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero".

La ambición de estos dos políticos daña a sus propios votantes, cuando no a sus militantes.